El Angelus –
Historia de esta devoción mariana.
El Ángelus es una pequeña práctica de devoción en honor de la Encarnación repetida tres veces cada día.
El Ángelus es una pequeña práctica de devoción en honor de la Encarnación repetida tres veces cada día: mañana , mediodía y al caer la tarde, al toque de Campana. Consiste esencialmente en la triple repetición del Ave María, a las cuales en subsiguientes tiempos, le fueron agregados, de forma intercalada, tres versos más, y uno de conclusión, y una pequeña oración. La oración es la que pertenece a la antífona de Nuestra. Señora “Alma Redemptoris”, y su recitación no es de estricta obligación para ganar indulgencia.
La devoción deriva su nombre de la primera palabra del primer verso: “El Angel del Señor anunció a María…” (. Angelus Domini nuntiavit Mariæ…). La indulgencia de 100 días por cada recitación -con indulgencia plenaria una vez al mes- fue concedida por Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, pero las condiciones prescritas habían sido levemente modificadas por León XIII, el 3 de abril de 1884.
Originalmente era necesario que el Ángelus se dijese de rodillas (excepto en domingos y tarde de los sábados, cuando las rúbricas prescribían postura de pie) , y que se recitara al toque de campanas; pero una más reciente legislación permite dispensar de éstas regulaciones por motivos justificados, con tal que la Oración sea dicha en las horas apropiadas – mañana, al mediodía y por la tarde. En éste caso, el Ángelus debe ser dicho como oficialmente ha sido impreso; pero aquellos que no conocen la oración de corazón, o no saben leer, pueden decir cinco avemarías en su lugar. Durante el tiempo pascual, la antífona “Salve Reina del cielo…” con sus versos y oración, sustituye al Ángelus. Las indulgencias del Ángelus son algunas de las que no se suspenden durante el año del Jubileo.
HISTORIA.
La historia del Ángelus no es fácil de rastrear con seguridad, así como distinguir lo que tiene certeza de lo que es meramente conjetural.
En primer lugar, es cierto que el Ángelus en la mañana y al mediodía son de más tardía introducción que el de la tarde.
Segundo, es cierto que el Ángelus del mediodía, el más reciente de los tres, no fue meramente una imitación o desarrollo de aquellos de la tarde o la mañana.
Tercero no cabe duda de que la práctica de decir tres avemarías cerca de la caída del sol, se había generalizado a través de toda Europa durante la primera mitad del s. XIV, y que fue recomendada e indulgenciada por el papa Juan XXII en 1318 y 1327.
Estos hechos son admitidos por todos los investigadores en la materia; pero cuando profundizamos nuestra investigación, fuimos confrontados por ciertas dificultades. No parece necesario exponerlas; nos contentamos con establecer la semejanza con las conclusiones a las cuales T. Esser O.P. y el presente escritor han llegado, en dos series de artículos publicados de forma independiente el uno del otro.
EL ÁNGELUS DE LA TARDE.
Aunque de acuerdo con el punto de vista del Padre Esser, de que no tenemos ejemplos de tres Avemarías recitados al toque de campanas antes del decreto del Sínodo Provincial de Gran en 1307, existen muy buenos hechos que sugieren que dicha práctica era común durante el s. XIII.
Así, hay una vaga y no muy bien confirmada tradición que adscribe al para Gregorio IX, en 1239, ordenando que una campana fuera añadida a la salutación y oraciones a Nuestra Señora. Y aún, hay una concesión del Obispo Félix de Brixen, a la Iglesia de Freins en el Tirol, también de 1239, que concede una indulgencia al recitar “Tres Avemarías al toque de campana de la Tarde”.
Ciertamente, lo anterior tiene sospecha de Interpolación, pero dicha objeción no puede ser aplicada a un decreto del Capítulo general Franciscano en tiempos e San Buenaventura (1239 o 1269), orando para que el pueblo se animase a decir Avemarías al toque de campana de completas. Más aún, éstas indicaciones están fuertemente confirmadas por inscripciones que aún se pueden leer en unas pocas campanas del s. XIII.
No tenemos testimonios más antiguos que éstos; pero, por otra parte, leemos en “Regularis Concordia”, una regla monástica redactada por Aethelwold de Winchester, ca. 975, que ciertos rezos, llamados las Tres Oraciones, precedidas por Salmos, eran dichos después del toque de completas, tanto como antes de Maitines y nuevamente antes de Prima; y aunque no hace mención de campanadas tras completas, hay una mención expresa de toques de campana para tres oraciones a diferentes horas. Esta práctica , parece, es confirmada por ejemplos alemanes (Mart ne, De Antiq. Eccles. Ritibus, IV, 39), y según pasaba el tiempo, fue más y más definitivamente asociado a tres tañidos de campana separados, más especialmente en Bec, San Denis y en las costumbres del Canon regular de San Agustín, (e.g. en el Priorato de Barnwell y otros lugares).
No tenemos en éstos ejemplos antiguos, menciones del Ave María, que en Inglaterra llegó a ser familiar como antífona del Oficio Parvo de Ntra. Señora, cerca del principio del s.XI (The Month. Noviembre, 1901), pero sería la cosa más natural del mundo, que una vez el Ave María llegó a ser una oración diaria, tomó para los laicos el lugar de las tres oraciones más elaboradas recitadas por los monjes; como en el caso del Rosario, en que ciento cincuenta salmos del Salterio fueron sustituidos por ciento cincuenta Ave Marías.
Más aún, en el decreto franciscano del tiempo de San Buenaventura referido anteriormente, es precisamente donde encontramos que los laicos en general fueron animados a rezar Ave Marías al toque de campana en completas durante, o más probablemente después, del oficio de los frailes. Una especial justificación para éstos saludos a Nuestra Señora, fue la creencia en que justo a ésta hora, era saludada por el Ángel.
Nuevamente, es de notar que algunos costumbrarios monásticos, hablando de las tres oraciones, expresamente prescriben observancia de rúbricas sobre arrodillarse o ponerse de pie de acuerdo con la estación, según la recitación del ángelus de ése día. De ello, podemos concluir que el Ángelus se trata de una imitación de las oraciones nocturnas de los monjes, y que nada tuvo que ver con las campanadas del toque de queda, como señal de la extinción de luces y fuego. Sin embargo, éste toque aparece primeramente en Normandía en 1061 y se le describe como una campana que sugiere al pueblo a decir sus oraciones y a cesar sus actividades.
En cualquier caso, parece que éste toque de queda se originó en previas campanadas de oraciones, y no viceversa. Si éste toque de queda y las campanadas del Ángelus coincidieron más tarde, fue puramente accidental.
EL ÁNGELUS MATUTINO.
La última sugerencia sobre las tres oraciones también ofrece alguna explicación del hecho de que poco tiempo después de que el rezo de las tres Ave Marías vespertinas se hizo familiar, se estableció la costumbre de tocar la campana en la mañana y proceder al rezo de las oraciones.
La más antigua referencia se halla en las crónicas de la ciudad de tejas de Parma, en 1318, siendo la campana municipal la que tañía en éste caso. El obispo exhortaba a quienes escuchaban éste tañido, a decir tres Padrenuestros y tres Ave marías por la conservación de la paz, por lo que fue llamada la “campana de la paz” La misma designación fue aplicada a las campanadas de la tarde en todo sitio. A pesar de algunas dificultades, parece suficientemente probable que ésta campana matutina era una imitación también del triple llamado monástico a las oraciones del mismo momento del día; por ello, como se notó antes, se tocaba al oficio matutino de Prima tanto como en Completas.
El Ave María matutino pronto se volvió familiar en las naciones de Europa, sin exceptuar Inglaterra, y fue casi tan observado como el Ángelus vespertino. Pero, mientras en Inglaterra, el Ave María verspertino fue hecho obligatorio por el obispo John Stratford de Winchester tan temprano como 1324, ningún conocimiento formal se tiene antes de la instrucción del Arzobispo Arundel en 1399.
EL ÁNGELUS DEL MEDIODIA.
Ello sugiere un mucho más complicado problema que no puede ser adecuadamente discutido acá. El hecho claro que parece resultar distinto de los estatutos de varios sínodos alemanes en los siglos XIV y XV, tanto como de devocionarios de más tarde, es que el toque de campana del medio día, a menudo calificado como de la Paz y formalmente recomendado por Luis IX de Francia en 1475 por tal razón, fue estrechamente asociado con la veneración de la Pasión de Cristo.
Primero pareció que éste tañido –como en Praga en 1386 o en Mainz en 1423 -, solamente se llevaba a cabo en viernes, pero la costumbre gradualmente se extendió a los otros días de la semana. En el English Horæ y en el German Hortulus Animæ de inicios del siglo XVI, prefieren proveer largas oraciones conmemorando la Pasión para ser rezadas al toque del medio día, en adición a las ordinarias Ave Marías.
Más tarde (ca. En 1575), en diversos libro de devoción (como el Thesaurus de Coster), donde ya aparecen los versos del Ángelus tal como los conocemos ahora –aunque sin la oración final-, una forma alternativa conmemorando la muerte del Señor en la cruz es sugerida para la campanada del mediodía. Estas instrucciones, que pueden ser halladas traducidas en un manuscrito inglés de 1576 (MSS. Hurlelan 2327) sugieren que la Resurrección debía ser honrada en la mañana, la Pasión al mediodía y la Encarnación en la tarde, pues son los momentos del día en que dichos grandes Misterios ocurrieron.
En algunos libros de oración de ésta época, se sugiere para cada una de las tres oraciones del día, diferentes devociones -como el Regian Coeli para la mañana (Esser 784)- oraciones de Pasión para el mediodía y los actuales versos para la caída del sol. A alguna de ésas prácticas indudablemente se debe el cambio del Regina Coeli por el Ángelus durante el tiempo pascual. Esta sustitución fue recomendada por Angelo Rocca y Quarti a principios del siglo XVII. Nuestro presentes tres versos parecen haber hecho primeramente su aparición en un catecismo italiano impreso en Venecia en 1560 (Esser 789 ); pero la forma completa, universalmente adoptada no puede ser rastreada antes de 1612.
Nótese que en algún momento antes de esto, la práctica en Italia de rezar “De profundis” por las benditas Animas inmediatamente tras el Ángelus vespertino, empezaba a manifestarse. Otra costumbre, también de origen italiano, es aquella de añadir tres Glorias al Ángelus, en acción de gracias a la Bendita Trinidad por los privilegios concedidos a Nuestra Señora.
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