viernes, 31 de agosto de 2018

ORACIÓN DE SELLAMIENTO.

ORACIÓN DE SELLAMIENTO.


Señor Jesús, en tu nombre, y con el poder de tu sangre preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo quiera hacernos daño.
Con el poder de la Sangre de Jesús, sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno y en el mundo en el cual nos moveremos hoy.
Con el poder de la Sangre de Jesús, rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles. Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitamos, las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que El generosamente nos envía para nuestro sustento.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes y pisos, el aire que respiramos y en fe colocamos un círculo de su Sangre alrededor de toda nuestra familia. Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar en este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar.
Todos los hermanos de esta página y todos los Cristianos Católicos con María, los presentes y ausentes.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material, espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar. Con tu sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que tu paz y tu Corazón al fin reinen en ella. Te agradecemos Señor por tu Sangre y por tu vida, ya que gracias a ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo.
AMEN.

miércoles, 29 de agosto de 2018

ORACIÓN A SAN JOSÉ.

ORACIÓN A SAN JOSÉ.

Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.

Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.

Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.

¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén.

Recuerda: Dios siempre atiende nuestras oraciones. Pero nosotros no siempre esperamos las respuestas que recibimos.

Reza con fe y pide un beneficio espiritual
Aunque san José nunca dijo una sola palabra en las Escrituras, su silencioso ejemplo de fidelidad, obediencia y cuidado para con la Sagrada Familia durante los años de formación de Jesús hizo de él uno de los santos más queridos del cristianismo.

Se estima que la devoción al padre adoptivo de Jesús comenzó entre los siglos III y IV. Pero, según el libro de oración Pietá, hay una oración a san José que data del año 50:

“Esta oración fue encontrada en el año 50 de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En 1505, fue enviada por el Papa al emperador Carlos, cuando él estaba yendo a la batalla [de Lepanto]. Quien lea esta oración, la escuche o la guarde consigo nunca morirá de muerte repentina ni se ahogará, ni le afectará el veneno o caerá en las manos del enemigo, ni será quemado en cualquier fuego o derrotado en la batalla. Reza esta oración durante nueve mañanas por cualquier intención. Ella es conocida por no fallar nunca”.

Ofrece el pedido para el beneficio espiritual para quien está rezando o para la persona por la que se está rezando”.

Aleteia.







BREVE BIOGRAFÍA DE SAN AGUSTÍN DE HIPONA

 BREVE BIOGRAFÍA DE
SAN AGUSTÍN DE HIPONA

         San Agustín nació en Tagaste ( región enclavada en la que hoy es Argelia ) en el año 354. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Santa Mónica, modelo de madre y esposa cristiana. Desde niño destacó por su interés en conocer la Verdad, lo que le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas.

          Engañado por la doctrina de los maniqueos ( doctrina fundada por el filósofo persa Manes que se basa en la existencia de dos principios eternos,absolutos y contrarios,el bien y el mal ) la profesó en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384). Los maniqueos eran sumamente rigoristas en las cuestiones de la moral, factor que terminó de convencer a San Agustín para convertirse en un fiel devoto de esta herejía.

        Pero pronto comprendió que la Verdad se enconraba en la Iglesia Católica, que enseña (contrariamente a la doctrina maniquea) que las cosas, estando subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.

       La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En la Pascua del año 387, cuando contaba con treinta y tres años, fue bautizado por San Ambrosio, quien junto con Santa Mónica, hicieron ver a San Agustín que la Doctrina Católica era la única verdadera. El Santo Bautismo su primer paso en su consagración absoluta a la causa de Dios.

       San Agustín, ya convertido, se dispuso volver con su madre a su tierra en África, y juntos se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero su madre, Santa Monica, que tanto sufrió por su conversión a la Fe Católica, ya había obtenido de Dios lo que más anhelaba en esta vida y podía morir tranquila; sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche, mientras ambos platicaban debajo de un cielo estrellado de las alegrías que esperaban en el cielo, Mónica exclamó entusiasmada : 



"¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco días después le invadió una fiebre y murió. Murió pidiendo a su hijo "que se acordara de ella en el altar del Señor". Murió en el año 387, a los 55 años de edad.

       En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el anciano Obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA Y NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARÍA.

Madre de Dios y Madre de la Iglesia


          “También como María la Iglesia goza de perenne integridad virginal y de incorrupta fecundidad. Lo que María mereció tener en la carne, la Iglesia lo conservó en el espíritu; pero con una diferencia: María dio a luz a uno solo; la Iglesia alumbra a muchos, que han de ser congregados en la unidad por Aquel único”.

          “Así como la Virgen María engendrando a Uno solo viene a ser la Madre de la muchedumbre, también Ella al engendrar a la muchedumbre viene a ser “Madre de la unidad”

          "María es la única mujer que ha podido ser al mismo tiempo virgen y madre, en espíritu y cuerpo. Espiritualmente no fue madre de Dios, Nuestro Salvador, que ha existido siempre. Pero al ser Su Madre biológica Ella es también parte de Su Esencia, al igual que una mujer casada recibe el nombre de su esposo. Por eso es sin duda alguna Madre de la Iglesia, pues ha cooperado mediante Su amor a engendrar a esta Iglesia a cuya cabeza está Cristo y cuyos miembros somos nosotros, la comunidad de fieles."


Prácticas de piedad y Devocionario Católico.


viernes, 24 de agosto de 2018

El poderoso significado liberador de la Cruz y Medalla de San Benito.

El poderoso significado liberador de la Cruz y Medalla de San Benito.

El poder de la cruz y medalla de San Benito radica en Cristo, quien otorga a la Iglesia y por buena disposición de quién la usa.


Para aquellos que no conocen la Medalla de San Benito, éste es un sacramental reconocido por la Iglesia Católica con gran poder de exorcismo y de liberación de las influencias demoníacas.

Como todo sacramental, su poder está, no porque sea una medalla bonita y bendecida y contenga una oración inscrita en ella; ¡no caigamos en esa superstición!.

El poder de la Medalla de San Benito radica en Cristo mismo, quien le otorga a la Iglesia y por la fervorosa disposición de quién la usa ¡Actúa mediante la Fe!, ¿recuerdas a la hemorroísa que pensando que sólo con tocar el manto de Jesús quedaría sana? ¿Y qué me dices de las personas que eran sanadas y exorcisadas a través de paños o lienzos que habían estado en contacto con San Pablo?

"Y hacía Dios milagros extraordinario por mano de Pablo de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo y las enfermedades se iban de ellos y los espíritus malos salían" (Hechos 19,12)



Recordemos el poder que dejó Cristo sobre sus apóstoles:

"Todo lo que aten en la tierra quedará atado en el Cielo y todo aquello que desaten en el Tierra quedará desatado en el Cielo." (Mt 18,18)...

Eso es un poder que confirió Cristo sobre su Iglesia para que así todo lo que decreten en Favor del rescate de las almas, sea reconocido por Cristo como una buena Obra.

Analizando la medalla de San Benito
¿Observaste alguna vez esta medalla y te preguntaste qué significaban todas esas inscripciones o jeroglíficos? Ok, comencemos:

La parte delantera y trasera están cubiertas con letras que no parecen tener ningún sentido.

En realidad el significado completo de la medalla de San Benito fue un misterio durante muchos años, hasta que un importante descubrimiento se hizo en 1647 en la abadía de Metten en Baviera. Encontraron un manuscrito del año 1415, que explica la simbología inscrita en la medalla.

Significado de la medalla de San Benito
Parte frontal de la medalla de San Benito
San Benito se muestra en el centro de la medalla. En su mano derecha sostiene una cruz. La cruz representa el poder salvador de Cristo y la obra de la evangelización por los benedictinos largo de los siglos. En su mano izquierda es un libro que contiene la Santa Regla de su orden.

A su derecha está una taza rota. Esta copa se decía que había sido envenenada por unos monjes rebeldes que no estaban a gusto con San Benito. La copa se rompió cuando San Benito hizo una señal de la cruz sobre ella y le salvó la vida.

A su izquierda hay un cuervo. El cuervo lleva una hogaza de pan envenenado que los monjes trataron de dar a San Benito.

Por encima de la cabeza son las palabras: Crux Sancti Patris Benedicti (Cruz del Santo Padre Benito). Alrededor del borde son las palabras: Ejus en obitu nostro praesentia muniamus. (Que en nuestra muerte seamos fortalecidos por su presencia).

Debajo de sus pies están las letras: EX SM CASINO MDCCCLXX (Desde santo Monte Cassino, 1880).

Reverso de la medalla de San Benito
La parte trasera de la medalla está dominada por una gran cruz.

En cada uno de los cuatro lados de la cruz:
C. S. P. B. (Crux Sancti Patris Benedicti): "Cruz del Santo Padre Benito"
En línea vertical de la cruz:
C. S. S. M. L. (Crux Sácra Sit Mihi Lux): "Que la Santa Cruz sea mi luz"
En línea horizontal de la cruz:
N. D. S. M. D. (Non Dráco Sit Mihi Dux): "Que el demonio no sea mi guía"
Empezando por la parte superior, en el sentido del reloj, y alrededor del borde, aparecen las iniciales de la oración de exorcismo:

V. R. S. (Vade Retro Satána): "Aléjate Satanás"
N. S. M. V. (Non Suáde Mihi Vána): "No me sugieras vanidades"
S. M. Q. L. (Sunt Mála Quae Libas): "Cosas malas son las que tú ofreces."
I. V. B. (Ípse Venéna Bíbas): "Bebe tú mismo tu veneno."
PAX: Paz
Se recita entonces así: "Que La santa Cruz sea mi luz y que el Demonio no sea mi guía. Retírate Satanás. No me sugieras vanidades. Cosas malas son las que tú ofreces. Bebe tú mismo tu veneno. Paz."

Indulgencias y bendiciones de la Medalla de San Benito
La propia Medalla de San Benito en sí, como ya lo explicamos anteriormente no tiene poder en absoluto. Los portadores deben tener cuidado de no caer en actos de superstición.

La Medalla de San Benito es simplemente un signo visible de la devoción interior y la creencia que el fiel tiene a Jesús y su siervo, San Benito y ¡actúa mediante la Fe!

La medalla incluye una indulgencia incondicional a cualquier persona en el momento de la muerte que "use, bese o tenga la Medalla entre las manos con veneración". También se otorga si la persona encomienda su alma a Dios, hace una buena confesión o recibe la Santa Comunión.

Si la persona no puede hacer esto, puede invocar con sus labios el Santo Nombre de Jesús con profundo sentimiento de contrición, o con el corazón si la persona no puede hablar.

Indulgencias plenarias: Si la persona se confiesa, recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la Fe a los niños o participa en la Santa Misa, puede recibir esta indulgencia.

Las grandes fiestas son: Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y fiesta de San Benito

No porque algunos desconocían este Sacramental y no practiquen su devoción no quiere decir que no tiene Poder, volvemos a recordar que el Poder se lo Confirió Cristo mismo a través de su mandato en (Mt 18,18)

Dios les bendiga.
Pildoras de fe.net.

miércoles, 22 de agosto de 2018

PURGATORIO Y LAS TREINTA MISAS GREGORIANAS.

PURGATORIO Y LAS TREINTA MISAS GREGORIANAS.


TESTIMONIOS DE LOS SANTOS

TERTULIANO.

En las “Actas del martirio de Santa Felicidad y Perpetua” cuenta lo que le sucedió a Santa Perpetua hacia el año 202. Una noche, mientras estaba en la cárcel, vio a su hermano Dinocrates, que había muerto a los siete años de un tumor en el rostro. Ella dice así: “Vi salir a Dinocrates de un lugar tenebroso, donde estaban encerrados muchos otros que eran atormentados por el calor y la sed. Estaba muy pálido. En el lugar donde estaba mi hermano había una piscina llena de agua, pero tenía una altura superior a un niño y mi hermano no podía beber Comprendí que mi hermano sufría. Por eso, orando con fervor día y noche, pedía que fuera aliviado… Una tarde vi de nuevo a Dinocrates, muy limpio, bien vestido y totalmente restablecido. Su herida del rostro estaba cicatrizada. Ahora sí podía beber del agua de la piscina y bebía con alegría. Cuando se sació, comenzó a jugar con el agua. Me desperté y comprendí que había sido sacado de aquel lugar de sufrimientos” (VII, 3-VIII, 4).

SAN AGUSTÍN.

En el siglo V, afirma: “La Iglesia universal mantiene la tradición de los Padres de que se ore por aquellos que murieron en la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo” (Sermo 172, 1). “Opongan los herejes lo que quieran, es un uso antiguo de la Iglesia orar y ofrecer sacrificios por los difuntos” (libro de herejías, cap. 53). Su madre Santa Mónica antes de morir dice: “Sepulten mi cuerpo donde quieran, pero les pido que, dondequiera que estén, se acuerden de mí ante el altar del Señor” (Confesiones IX, 11). Y él dice: “Señor, te pido por los pecados de mi madre” (Conf. IX, 13). “Señor, que todos cuantos lean estas palabras se acuerden ante tu altar de Mónica tu sierva y de Patricio, en otro tiempo su marido, por los cuales no sé cómo me trajiste a este mundo. Que se acuerden con piadoso afecto de quienes fueron mis padres en la tierra… para que lo que mi madre me pidió en el último instante, le sea concedido más abundantemente por las oraciones de muchos, provocadas por estas Confesiones y no por mis solas oraciones” (Conf. IX, 13). Y afirmaba que “el sufrimiento del Purgatorio es mucho más penoso que todo lo que se puede sufrir en este mundo” (In Ps. 37, 3 PL 36).

Algo parecido decía Santa Magdalena de Pazzi, quien pudo una vez contemplar a su hermano difunto y dijo: “Todos los tormentos de los mártires son como un jardín de delicias en comparación de lo que se sufre en el Purgatorio”.

SANTA CATALINA DE GÉNOVA.

Llamada la doctora del Purgatorio, escribió un tratado sobre el Purgatorio, que en 1666 recibió la aprobación de la Universidad de París, y dice que “en el Purgatorio se sufre unos tormentos tan crueles que ni el lenguaje puede expresar ni se puede entender su dimensión.

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO.

Que vivió en el siglo XIII, tuvo una experiencia mística que lo hizo patrono de las almas del Purgatorio. Un sábado en la noche, después de prolongada oración, estaba en su lecho, queriendo dormirse, cuando escuchó una voz lastimera que le decía: “Nicolás, Nicolás, mírame si todavía me reconoces. Yo soy tu hermano y compañero Fray Peregrino. Hace largo tiempo que sufro grandes penas en el Purgatorio. Por eso, te pido que ofrezcas mañana por mí la santa misa para verme por fin libre y volar a los cielos… Ven conmigo y mira”. El santo lo siguió y vio una llanura inmensa cubierta de innumerables almas, entre los torbellinos de purificadoras llamas, que le tendían sus manos, llamándolo por su nombre y le pedían ayuda.

Conmocionado por esta visión, Nicolás la refirió al Superior que le dio permiso para aplicar la misa durante varios días por las almas del Purgatorio. A los siete días, se le apareció de nuevo Fray Peregrino, ahora resplandeciente y glorioso, con otras almas para agradecerle y demostrarle la eficacia de sus súplicas. De aquí tiene su origen la devoción del septenario de San Nicolás en favor de las almas del Purgatorio, es decir, mandar celebrar siete días seguidos la misa por las almas del Purgatorio.

SAN GREGORIO MAGNO.

Algo parecido podemos decir de las treinta misas gregorianas. Cuenta el gran Papa y Doctor de la Iglesia San Gregorio Magno (+604) que, siendo todavía abad de un monasterio, antes de ser Papa, había un monje llamado Justo, que ejercía con su permiso la medicina. Una vez, había aceptado sin su permiso una moneda de tres escudos de oro, faltando gravemente así al voto de pobreza. Después se arrepintió y tanto le dolió este pecado que se enfermó y murió al poco tiempo, pero en paz con Dios. Sin embargo, San Gregorio, para inculcar en sus religiosos un gran horror a este pecado, lo hizo sepultar fuera de las tapias del cementerio, en un basural, donde también echó la moneda de oro, haciendo repetir a los religiosos las palabras de San Pedro a Simón mago: “Que tu dinero perezca contigo “. A los pocos días, pensó que quizás había sido demasiado fuerte en su castigo y encargó al ecónomo mandar celebrar treinta misas seguidas, sin dejar ningún día, por el alma del difunto.

El ecónomo obedeció y el mismo día que terminaron de celebrar las treinta misas, se apareció Justo a otro monje, Copioso, diciéndole que subía al cielo, libre de las penas del Purgatorio, por las treinta misas celebradas por él. Estas misas, se llaman ahora, en honor de San Gregorio Magno, misas gregorianas. Estas treinta misas seguidas, celebradas por los difuntos, todavía se acostumbra celebrarlas y, según revelaciones privadas, son muy agradables a Dios.

SAN ESTANISLAO.

El año 1070 sucedió un suceso extraordinario en la vida de San Estanislao, obispo de Cracovia, en Polonia. Un cierto Pedro Miles le había regalado antes de morir algunas tierras de su propiedad para la Iglesia. Sus herederos, conscientes del apoyo del rey a su favor, sobornaron a algunos testigos y consiguieron que el santo fuese condenado a devolver esos terrenos.

Entonces, San Estanislao les dijo que acudiría al difunto, muerto tres años antes, para que diera testimonio de la autenticidad de su donación. Después de tres días de ayuno y oración, se dirigió con el clero y gran cantidad de fieles hacia la tumba de Pedro Miles y ordenó que fuera abierta. Sólo encontraron los huesos y poco más.

Entonces, el santo le pidió al difunto en nombre de Dios que diera testimonio y éste, por milagro de Dios, se levantó de la tumba y dio testimonio ante el príncipe Boleslao, que estaba presente, de la veracidad de su donación. Solamente el difunto le pidió al santo obispo y a todos los presentes que hicieran muchas oraciones por él para estar libre de los sufrimientos que padecía en el Purgatorio. Este hecho, absolutamente histórico, fue atestiguado por muchas personas que lo vieron.

SAN PEDRO DAMIANO (1007-1072).

Cardenal y Doctor de la Iglesia, cuenta que, en su tiempo, era costumbre que los habitantes de Roma visitaran las iglesias con velas encendidas la noche de la Vigilia de la Asunción. Un año sucedió que una noble señora estaba rezando en la basílica “María in Aracæli”, cuando vio delante de sí a una dama que ella conocía bien y que se había muerto hacía un año, se llamaba Marozia y era su madrina de bautismo. Ella le dijo que estaba todavía sumergida en el Purgatorio por los pecados de vanidad de su juventud y que, al día siguiente, iba a ser liberada con muchos miles de almas en la fiesta de la Asunción. Dijo: “Cada año la Virgen María renueva este milagro de misericordia y libera a un número tan grande como la población de Roma (en aquel tiempo de 200.000 habitantes). Nosotras, las almas purgantes, nos acercamos en esta noche a estos santuarios consagrados a Ella. Si pudieras ver verías a una gran multitud que están conmigo. En prueba de la verdad de cuanto te digo, te anuncio que tú morirás de aquí a un año en esta fiesta”. San Pedro Damiano refiere que, ciertamente, esta piadosa mujer murió al año siguiente y que se había preparado bien para ir al cielo el día de la fiesta de María.

Entre los santos que han tenido mucha devoción a las almas benditas está la Beata Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo, religiosa dominica peruana del siglo XVI. Cuenta Sor Juana de Santo Domingo que un día tenía hambre y no había nada que comer en el convento. La santa le dijo que le trajera el breviario para rezar juntas a las almas del Purgatorio para que les enviaran alimentos. Pues bien, antes de terminar de rezar el Oficio de difuntos, mandaron llamar a la portería a Sor Ana y ésta le dijo a Sor Juana: “¿No te he dicho que las almas mandarían de comer? Vete tú misma a la portería y recibe lo que traen “. Allí se presentó un joven de buen aspecto que les traía panes, quesos, harina y mantequilla.

SANTA TERESA DE JESÚS (1515-1582).

Hablando de la fundación del convento de Valladolid dice así: “Tratando conmigo un caballero principal, me dijo que si quería hacer un monasterio en Valladolid, que él daría una casa que tenía con una huerta muy buena. A los dos meses, poco más o menos, le dio un mal tan acelerado que le quitó el habla y no se pudo bien confesar aunque tuvo muchas señales de pedir perdón al Señor Muy en breve murió y díjome el Señor que había estado su salvación en harta aventura y que había tenido misericordia de él por aquel servicio que había hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer un monasterio de su Orden y que no saldría del Purgatorio hasta la primera misa que allí se dijese, que entonces saldría… Estando un día en oración (en Medina del Campo), me dijo el Señor que me diese prisa, que padecía mucho aquella alma… No se pudo hacer tan presto, pero nos dieron la licencia para decir la misa, adonde teníamos para Iglesia y así nos la dijeron… Viniendo el sacerdote adonde habíamos de comulgar, llegando a recibirle, junto al sacerdote se me presentó el caballero que he dicho, con el rostro resplandeciente y alegre. Me agradeció lo que había hecho por él para que saliese del Purgatorio y fuese su alma al cielo… Gran cosa es lo que agrada a nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre y grande es su misericordia” (Fundaciones 10).

Veamos otras de sus experiencias: “Había muerto un provincial… Estando pidiendo por él al Señor lo mejor que podía, me pareció salía del profundo de la tierra a mi lado derecho y vile subir al cielo con grandísima alegría. Él era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta años y aún menos me pareció, y con resplandor en el rostro” (Vida 38, 26). Otra vez “habíase muerto una monja en casa, hacía poco más de día y medio. Estando diciendo una lección de difuntos, la vi que se iba al cielo. Otra monja también se murió en mi misma casa. Ella, de hasta dieciocho o veinte años siempre había sido enferma y muy sierva de Dios. Estando en las Horas, antes que la enterrasen, harían cuatro horas que era muerta, entendí salir del mismo lugar e irse al cielo” (Vida 38, 29). En otra ocasión, “habíase muerto un hermano de la Compañía de Jesús y estando encomendándole a Dios y oyendo misa de otro Padre de la Compañía por él, dióme un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Señor con él” (Vida 38, 30).

“Un fraile de nuestra Orden (Fray Diego Matías), harto buen fraile, estaba muy mal y estando yo en misa me dio un recogimiento y vi cómo era muerto y subir al cielo sin entrar en el Purgatorio. Yo me espanté que no había entrado en el Purgatorio… De todos los que he visto, ninguno ha dejado de entrar en el Purgatorio, si no es este Padre, el santo Fray Pedro de Alcántara y otro Padre dominico que queda dicho. De algunos ha sido el Señor servido que vea los grados que tienen de gloria. Es grande la diferencia que hay de unos a otros” (Vida 38, 31-32).

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO.

Otro caso parecido lo cuenta San Alfonso María de Ligorio en su obra “Las glorias de María”. Había una joven, llamada Alejandra, que era pretendida por dos jóvenes. Ambos vinieron un día a las manos y quedaron muertos los dos en medio de la calle. Por haber sido ella la causa de la muerte de los dos jóvenes, sus parientes la degollaron y echaron su cabeza en un pozo. A los pocos días, pasó por allí Santo Domingo de Guzmán e, inspirado por Dios, miró hacia el pozo y dijo: “Alejandra, sal fuera”. Y Alejandra apareció viva, pidiendo confesión. El santo la confesó y le dio la comunión en presencia de mucha gente que pudo atestiguar el hecho. Dice San Alfonso María de Ligorio: “La joven dijo que, cuando le cortaron la cabeza, estaba en pecado mortal, pero la Virgen le había dado esta oportunidad de confesarse, porque había rezado el rosario todos los días. Después de esto, fue su alma al Purgatorio. Al cabo de otros quince días, se apareció al mismo Santo Domingo más hermosa y resplandeciente que el mismo sol y le declaró que uno de los sufragios más eficaces, que tienen las benditas almas del Purgatorio, es el santo rosario. Dicho esto, vio el glorioso Santo Domingo entrar su alma llena de alegría en la mansión de la bienaventuranza eterna“

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE (1647-1690).

En su Autobiografía, dice que “encontrándome delante del Santísimo Sacramento el día de la fiesta del Corpus Christi se me apareció de repente una persona envuelta en fuego. Su estado lamentable me hizo entender que estaba en el Purgatorio. Me dijo que era el alma de un benedictino que, una vez, me había confesado y dado la comunión. Por esto, el Señor le había concedido el favor de poder dirigirse a mí para conseguir una reducción de sus penas. Me pidió de ofrecer por él por tres meses, todos mis sufrimientos y todas mis acciones. Al fin de los tres meses, lo vi lleno de alegría y de esplendor, cómo iba a gozar de la felicidad eterna y me agradeció diciéndome que velaría sobre mí junto a Dios”.

“Nuestra madre me permitió en favor de las almas del Purgatorio pasar la noche del jueves santo (15 abril 1683) delante del Santísimo Sacramento y allí estuve una parte del tiempo toda como rodeada de estas pobres almas con las que he contraído una estrecha amistad. Me dijo el Señor que Él me ponía a disposición de ellas durante este año para que les hiciere todo el bien que pudiese. Están frecuentemente conmigo y las llamo mis amigas pacientes” (carta 22 a la Madre Saumaise).

“Esta mañana, domingo del Buen pastor (2 de mayo 1683), dos de mis buenas amigas pacientes han venido a decirme adiós en el momento de despertarme y que éste era el día en el que el soberano pastor las recibía en su redil eterno, con más de un millón de otras almas, en cuya compañía marchaban con cánticos de alegría inexplicable. Una es la buena madre Monthoux y la otra mi hermana Juana Catalina Gascon, que me repetía sin cesar estas palabras: El amor triunfa, el amor goza. El amor en Dios se regocija. La otra decía: Qué bienaventurados son los muertos que mueren en el Señor y las religiosas que viven y mueren en la exacta observancia de su Regla… Como yo les rogara que se acordasen de nosotras, me han dicho, al despedirse, que la ingratitud jamás ha entrado en el cielo” (carta XXIII a Madre Saumaise del 2 de mayo de 1683).

“La primera vez que vi a la hermana J.F. después de su muerte me pidió misas y varias otras cosas. Le ofrecí seis meses cuanto hiciera y padeciera y no me han faltado sufrimientos. Me dijo: Hay tres cosas que me hacen sufrir más que todo lo demás. La primera es el voto de obediencia que he observado tan mal, pues no obedecía más que en aquello que me agradaba. La segunda, el voto de pobreza, pues no quería que nada me faltase, proporcionando varios alivios a mi cuerpo… Ah, qué odiosas son a los ojos de Dios las religiosas que quieren tener más de lo que es verdaderamente necesario y que no son completamente pobres. La tercera es la falta de caridad y haber sido causa de desunión y haberla tenido con las otras” (carta 31 a Madre Saumaise del 20-4-1685).

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Luego de haber leído a nuestros Santos benditos procedamos a conocer una manera de aliviar y dar la libertad a estas benditas almas presas en el fuego del Purgatorio, las treinta misas gregorianas, misas que lamentablemente hoy ya no se rezan, hoy ya hasta la Verdadera Misa está casi extinta, es por esto que, si nos encontramos en la posibilidad de hacer rezar estas treinta misas por el alma de nuestros amados difuntos, no perdamos la oportunidad de hacerlo, son pocos los sacerdotes que las rezan, y como veremos que deben ser consecutivas esto hace mucho más difícil el poder llevarlas a cabo en estos tiempos tan faltos de las cosas propias a la verdadera fe y a la verdadera Iglesia.

LAS TREINTA MISAS GREGORIANAS.

Como el Privilegio Sabatino, las Treinta Misas Gregorianas pertenecen a la liberación de las almas del Purgatorio a través de la asistencia de Nuestra Señora.

Inspirado por el Espíritu Santo, el Papa San Gregorio nos dio el privilegio de las Treinta Misas Gregorianas

La práctica de las Treinta Misas Gregorianas fue fundada por el Papa Gregorio Magno en el año 590 dC en el Monasterio de San Andrés en Roma. Él estableció que 30 misas ofrecidas en 30 días consecutivos sin interrupción liberan un alma específica del Purgatorio.

La verificación histórica de la eficacia de las Treinta Misas Gregorianas es impresionante.

Que esta práctica piadosa fue establecida por San Gregorio el Grande habla mucho en su favor. Este Santo no sólo nos dio el Sacramentario gregoriano (que es esencialmente la Misa como siempre se dijo, y se conoció hoy como la Misa Tridentina), sino que también hizo una consolidación de oraciones católicas universales por los muertos.

Las treinta misas gregorianas han sido ampliamente utilizadas en los monasterios benedictinos desde la Edad Media. Sólo las fiestas de Navidad, Pascua y Tridium de Semana Santa, cuando caen entre las treinta Misas, pueden interrumpirlas sin romper el privilegio.

Las misas gregorianas se ofrecen a menudo en un altar privilegiado, aunque no es obligatorio. Cuando se inició la práctica, se limitó únicamente a las misas pronunciadas en el altar del monasterio de San Andrés en Roma, utilizado por San Gregorio cuando era abad de San Andrés. Más tarde, ese mismo privilegio se extendió a otros altares en Roma, y luego en otros lugares. El Papa León XIII declaró que una Misa en un altar privilegiado es equivalente a las Treinta Misas Gregorianas.

Las treinta misas gregorianas caen en desuso.

En su artículo sobre las Treinta Misas Gregorianas, p. Stephen Somerville responde a la pregunta de por qué esta práctica se interrumpió después del Vaticano II. Él no cree que fue puesto a un lado por razones prácticas. Mas bien, afirma:

“El ecumenismo probablemente funciona para hacer discreto o para interrumpir la práctica de las Treinta Misas. Es un atrevido y enfático recordatorio de la doctrina del Purgatorio y de la importancia de las oraciones y las misas para los fieles difuntos están fuera de la creencia protestante, y por lo tanto son aptos para levantar los castigos protestantes”.

La mayoría de los jóvenes sacerdotes ni siquiera saben lo que son las Treinta Misas Gregorianas.

Hoy en día, encontrar sacerdotes o monasterios para decir las treinta misas seguidas puede ser difícil, pero es posible (haga clic aquí y aquí ).

Preguntas:

¿Garantizan ciertamente la liberación del alma (en cuestión) del Purgatorio?
¿Por qué se ha suspendido esta práctica?
¿Dónde podemos tener las Misas Gregorianas?
Hay una respuesta breve posible a todas estas preguntas. Pero la primera pregunta, acerca de la eficacia garantizada de estas misas, plantea muchas más preguntas sobre la práctica, especialmente su origen. A su vez, el origen nos dice mucho acerca de la creencia y la piedad católica, y la influencia de ese sorprendente Papa santo, Gregorio el Grande (d. 604).

Primero, permítanme ofrecer algunos hechos acerca de los Treinta Gregorianos, como se les llama, para los lectores que no estén familiarizados con la práctica.

Las misas gregorianas son una práctica fundada por el Papa Gregorio Magno que se convirtió en una tradición en los monasterios benedictinos: Si se ofrecen 30 misas durante 30 días consecutivos sin interrupción para un alma específica en el Purgatorio, se cree que el alma saldrá del Purgatorio y entrará Cielo. Estas misas pueden ofrecerse solamente para los difuntos.

La historia se remonta al año 590 dC en el Monasterio de San Andrés en Roma, fundado por San Gregorio Magno en su propia casa familiar alrededor de 570.

Después de su elección como Papa en 590, uno de los monjes, Justus por su nombre, se enfermó. Así que admitió a un amigo laico, Copiosus, que había ocultado tres piezas de oro entre sus medicamentos años antes, cuando fue profesado monje. Ambos, de hecho, eran ex médicos. Y, por supuesto, los otros monjes encontraron el oro cuando buscaban la medicación para Justus.

El monje fundador, ahora el papa Gregorio, oyendo hablar de este escandaloso pecado contra la Santa Pobreza, llamó al abad de su amado monasterio, y ordenó el castigo de aislamiento de Justus, aunque estaba muriendo, y ordenó su entierro no en el cementerio sino en el basurero. Copiosus dijo a su miserable amigo de esta decisión. Además, la comunidad debía recitar sobre su terrible tumba las palabras de San Pedro a Simón el Mago: “Que tu dinero perezca contigo” (Hechos 8: 20).

El resultado deseado del Papa fue alcanzado: Justus hizo un arrepentimiento serio, y todos los monjes un examen serio de la conciencia. Justo entonces murió, pero el asunto no lo hizo; treinta días más tarde el Papa Gregorio regresó al monasterio lleno de preocupación por Justo, que ahora estaría sufriendo el severo castigo temporal del fuego del Purgatorio por sus pecados. -Debemos -dijo Gregorio al abad- venir con la caridad en su ayuda y, en la medida de lo posible, ayudarle a escapar de este castigo. Vayan y arreglen treinta misas para su alma, de modo que por treinta días consecutivos la Víctima del Salvador sea inmolada para él sin falta. “Y así fue hecho.

Algunos días más tarde, Justus apareció en una visión a su amigo Copiosus y dijo: “Acabo de recibir el perdón de la Comunión y la liberación del Purgatorio a causa de las misas dichas para mí”. Los monjes hicieron un cálculo y señalaron que era exactamente treinta días desde que comenzaron las Treinta Masas para Justus. Compartieron este gran consuelo entre ellos, con su Abad y con el Papa Gregorio, cuya autoridad personal garantiza su verdad, pues él escribió la cuenta completa de ella en su Libro de Diálogos, que llegó a ser muy popular.

Una tradición aprobada, pero no oficial

¿Es entonces la práctica de las Treinta Misas Gregorianas oficialmente garantizadas por la Iglesia para rescatar el alma dada del Purgatorio al Cielo? Por lo que se sabe, no, no están oficialmente garantizadas, porque aunque tenemos aquí una práctica aprobada por la Iglesia, no es una institución en la que la Iglesia comprometa su autoridad oficial. El caso de Justus es una historia consoladora, pero depende de una visión a Copiosus, que está en la categoría de revelación privada, digna de nuestra confianza tal vez, pero no igual a una visión de San José de Gabriel, por ejemplo.

Sin embargo, junto con Copiosus, un buen médico católico, también tenemos a San Gregorio Magno actuando una escena llamativa de su poderoso, bendito e inspirador papel en la Santa Iglesia. Ha ayudado a consolidar el hábito católico de oraciones por los difuntos. Durante siglos después de su muerte, las Treinta Gregorianas parecen haber sido ampliamente observadas en los monasterios benedictinos. Un monje de Cluny (d 1093) registra este hecho, y sólo los “cinco grandes” días se les permite interrumpir los treinta: Son Navidad, Semana Santa y el Triduo de la Semana Santa.

Misas sobre altares privilegiados.

El altar del Papa Gregorio Magno, un altar privilegiado en la Capilla de la Clementina

La piedad católica ha añadido otros detalles a esta práctica de las misas gregorianas sin obligación estricta, como el uso de un “altar privilegiado” en una iglesia particular, y la elección de la Misa de Requiem para los Muertos cuando lo permiten las rúbricas.

En cuanto al “altar privilegiado”, mencionado anteriormente, se convirtió en el título del altar habitualmente usado por San Gregorio para la misa cuando era abad en San Andrés.

Este mismo privilegio llegó a extenderse a otros altares, primero en Roma, luego en otros lugares. Tal “altar privilegiado” ad instar[como el original] requirió sólo una misa para que un alma difunta fuera liberada de los dolores del Purgatorio. Bajo el cargo del Papa León XIII, el Vaticano declaró “piadoso y lícito” mantener tal creencia: es decir, la convicción de que el mismo beneficio de las Treinta Misas gregorianas podría ser obtenido de una Misa única en dicho altar, privilegiada para invocar una indulgencia plenaria (remisión de todo castigo temporal por los pecados) por el alma por la cual se ofrece la Misa allí.

Varias otras preguntas han surgido a lo largo de los años y las edades con respecto a las treinta misas gregorianas.

Por ejemplo, un cambio de sacerdotes o de altar durante los treinta días no está prohibido.

Además, las misas y las oraciones pueden ser ofrecidas públicamente por la misma alma incluso mucho después de que el Treinta haya terminado, y de hecho, la piedad católica se inclina espontáneamente a hacerlo.

La persistencia de la creencia en el Purgatorio y de las oraciones y sacrificios por los difuntos permanece hoy en día, muy a favor de ese notable Papa Gregorio Magno catorce siglos después de su muerte.

¿Por qué se interrumpieron?

San Gregorio el Grande ayudó a establecer la disciplina monástica -Sacro Speco, Italia

Ahora, permítanme pasar a la pregunta 2: ¿Por qué se ha suspendido esta práctica? Evidentemente, la práctica no está totalmente descontinuada.

El número de párrocos disponibles y buenos se ha reducido mucho hoy en día “, y esto complica la treintena que debe ser rezada sin interrupción.

¿Dónde se puede decir?

Esto nos lleva a la pregunta 3: ¿Dónde podemos tener las Misas Gregorianas? Y la respuesta es, cualquier sacerdote válidamente ordenado, disponible y dispuesto, cuyo cronograma de misas no está demasiado cargado.

En el pasado, los sacerdotes de los monasterios contemplativos a menudo aceptaban peticiones para decir las Treinta Misas gregorianas.

Al igual que el Privilegio Sabatino, las Treinta Misas Gregorianas son una larga tradición de la Iglesia que ofrece alivio a las almas del Purgatorio. Como católicos fieles al Magisterio de la Iglesia, debemos hacer todo lo posible para ayudar a las Almas Pobres, especialmente a las de nuestras familias y amigos.

El Señor les conceda el descanso eterno, y brille sobre ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén.

Fuentes:

http://www.traditioninaction.org/religious/d026_Sabbatine.htm

http://www.traditioninaction.org/religious/d014rp30Gregorian_Somerville.html

Radio Cristiandad.

lunes, 20 de agosto de 2018

San Miguel Arcángel. Nuestro gran defensor en el combate espiritual.

San Miguel Arcángel.
Nuestro gran defensor en el combate espiritual.

San Miguel Arcángel es el poderoso ángel al que Dios le ha confiado la gran misión de ayudar a los hijos de Dios a derrotar a Satanás.

San Miguel Arcángel es uno de los tres arcángeles principales mencionados en la Santa Biblia; los otros dos que se mencionan son Gabriel y Rafael.

San Miguel, San Miguel Arcángel, o Príncipe de la Milicia Celestial, es el principal guerrero celestial en la lucha espiritual. Es un poderoso ángel al que Dios le ha confiado la gran misión de ayudar a derrotar a Satanás y proteger a los hijos de Dios de las fuerzas demoníacas que rondan la tierra.

Miguel significa: "¿Quién como Dios?" De hecho, ese era su grito de guerra cuando Lucifer se rebeló contra Dios.

San Miguel Arcángel fue el que defendió la gloria de Dios y reunió a las fuerzas celestiales contra los ángeles rebeldes. Y su lucha continúa hasta nuestros días.
La mención más antigua de San Miguel Arcángel en las Escrituras se encuentra en el libro del Antiguo Testamento de Daniel (12,1):

"En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro"

Este verso está explica que, si bien las personas eran esclavas, ellos no fueron olvidados nunca por Dios y tenían un gran aliado en San Miguel.

La guerra espiritual.

Sin duda alguna, estamos en una guerra espiritual. Los combatientes son Dios, la Santísima Virgen María, los santos,potestades, dominaciones, tronos con inmenso poder,y tú contra el demonio. Las armas que tenemos son la oración humilde, el ayuno frecuente, la fe, nuestro testimonio cristiano de la verdad, la caridad y el servicio

San Pablo se encarga de ponernos en alerta con respecto a la batalla, y que estemos siempre listos en este combate:

"Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio" (Efesios 6,12)

En esta guerra está en juego la vida eterna de nuestra alma o su condenación eterna. No debemos tener miedo, pues de nuestro lado están los poderosos arcángeles, y el principal de ellos es San Miguel Arcángel, dotado por Dios con un poder más allá de nuestra comprensión.

Estos poderosos ángeles están, incluso en este momento, ocupados librando alguna batalla contra Satanás y sus secuaces demoníacos.

Una lucha que lleva siglos.

San Miguel Arcángel tiene una historia de lucha contra Satanás. Uno de sus primeros encuentros con Satanás está documentado en el Libro de Judas 1,9 cuando él y Satanás discuten sobre el cuerpo de Moisés. A pesar de que nunca se ha explicado exactamente por qué estaban discutiendo, Judas describe el resultado:
"Sin embargo, el mismo Arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: «Que el Señor te reprenda»"

Se cree que Satanás estaba tratando de saber dónde fue enterrado el cuerpo de Moisés, con la esperanza de ir en contra el primer mandamiento de Dios: "no habrá para ti otros dioses delante de mí". Se cree que Satanás quería tentar al pueblo Judío para que adorasen el cuerpo de Moisés.

La mayor batalla de San Miguel Arcángel contra Satanás se describe en el Libro de Revelaciones (12,7-9), cuando los ángeles malvados de Satanás tratan de rebelarse contra Dios:

"Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles"

Debido a esta gran batalla y la derrota de Satanás, San Miguel Arcángel es considerado el gran defensor de la Iglesia. Todas las grandes victorias de San Miguel contra Satanás le valieron las siguientes cuatro funciones en la Iglesia:

Luchar contra Satanás.

Rescatar a las almas de los fieles de Satanás, especialmente en la hora de la muerte
Asistir a los moribundos y acompañarlos en su juicio
Ser el campeón del pueblo de Dios y patrono de la Iglesia.
Combatir firmes en la fe
Como vemos, el combate espiritual es parte de la estructura misma del cristianismo. Debemos luchar porque tenemos un enemigo que no descansa ni de día ni de noche, un enemigo que "ronda como león rugiente, buscando a quien devorar" (Cfr 1 Pedro 5,8)

A la vista de este enemigo implacable, ser pasivos no una opción. San Pedro nos ordena explícitamente a "resistirlo firmes en la fe" Debemos combatir contra el mundo, el demonio y la carne, o seremos destruidos por ellos.

En un mundo en el que muchos buscan destronar a Dios o declararlo muerto, debemos, al igual que San Miguel, defender su gloria, diciendo: "¿Quién como Dios?", e invocándolo inmediatamente con la oración que nos enseñó la Iglesia:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidades y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes.

Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.

Amén

Reza esta oración no sólo hoy, sino todos los días, porque como lo ha dicho el Papa Francisco en una de sus reflexiones:

"También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús?: con su tentación" (Homilía en Santa Marta, 11 de Abril de 2014)

San Miguel Arcángel, ruega por nosotros y defiéndenos en la batalla

Redacción: Qriswell J. Quero | PildorasdeFe.net

La amada devoción de San Juan Pablo II por el rezo del Santo Rosario.

La amada devoción de San Juan Pablo II por el rezo del Santo Rosario.

La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María.

¿Qué nos dijo San Juan Pablo II sobre el Santo Rosario? En este mes de octubre, todos los católicos del mundo nos unimos en especial devoción por el rezo del Santo Rosario, una oración mariana que eleva a Dios nuestras más humildes peticiones a través de nuestra amada María.

Uno de nuestros queridos Papas, San Juan Pablo II, en sus alocuciones, habló mucho sobre el rezo del Santo Rosario y de cómo este podía ayudarnos a estar unidos como un solo Pueblo.

A continuación, una reflexión realizada por el Papa San Juan Pablo II, durante el rezo del Ángelus efectuada el 2 de octubre de 1983:

El Rosario amado de San Juan Pablo II
Consagrado por tradición al Santo Rosario, quiero dedicar la alocución del Angelus a hablar de esta plegaria tan entrañable al corazón de los católicos, tan amada por mí y tan recomendada por los Papas predecesores míos.

En este Año Santo extraordinario de la Redención, también el Rosario adquiere perspectivas nuevas y se llena de intenciones más fuertes y más amplias que en el pasado.

¿Qué podemos pedir del Rosario?
Hoy no se trata de pedir grandes victorias. como en Lepanto y Viena, sino que, más bien, se trata de pedir a María que nos haga valerosos combatientes contra el espíritu del error y del mal, con las armas del Evangelio, que son la cruz y la Palabra de Dios.

La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre:

El Santo Rosario es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María, Madre e imagen de la Iglesia: oración en favor de todos los hombres del mundo y de la historia, vivos o difuntos, llamados a formar con nosotros Cuerpo de Cristo y a ser, con El, coherederos de la gloria del Padre.

Al considerar las orientaciones espirituales que sugiere el Rosario, oración sencilla y evangélica (cf. Marialis cultus, 46), volvemos a encontrar las intenciones que San Cipriano señalaba en el Padre nuestro. Escribía él:

"El Señor, maestro de paz y de unidad, no quiso que orásemos individualmente y solos. Efectivamente, no decimos: "Padre mío, que estás en los cielos", ni "Dame mi pan de cada día". Nuestra oración es por todos; de manera que, cuando rezamos, no lo hacemos por uno solo, sino por todo el pueblo, ya que con todo el pueblo somos una sola cosa" (De dominica oratione, 8).

El Santo Rosario se dirige a quien es la expresión más alta de la humanidad en oración, modelo de la Iglesia orante y que suplica, en Cristo, la misericordia del Padre.

La intercesión de María
Lo mismo que Cristo vive siempre para interceder por nosotros, también María continúa en el cielo su misión de Madre y se hace voz de cada hombre y en favor de cada hombre, hasta la consumación perfecta del número de los elegidos (cf. Lumen gentium, 62).

Al rezarle a María le suplicamos que nos asista durante todo el tiempo de nuestra vida presente y, sobre todo, en el momento decisivo para nuestro destino eterno, que será la hora de nuestra muerte.

El Rosario es oración que indica la perspectiva del reino de Dios y orienta a los hombres para recibir los frutos de la redención.

En este mes de octubre dedicado tradicionalmente al Santo Rosario, quiero recordar a todos que ésta es una oración del hombre para el hombre; es la oración de la solidaridad humana que refleja el espíritu de María, madre e imagen de la Iglesia.

El Rosario se dirige a Aquella (María) que es la expresión más alta de la humanidad.


San Juan Pablo II | Ángelus del 2 de Octubre de 1983 | Redacción: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net
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sábado, 18 de agosto de 2018

5 razones para orar por las benditas almas del purgatorio.

5 razones para orar por las benditas almas del purgatorio.

Tenemos el poder de ayudar a las benditas alma del purgatorio y llevarles alivio. Hacer esto es un acto de misericordia y amor desinteresado.

"El purgatorio muestra la gran misericordia de Dios y limpia los defectos de aquellos que ansían convertirse en uno junto a Él"  (San José María Escrivá)

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una homilía sobre el purgatorio? Si tu parroquia es como la mayoría de las parroquias, entonces seguramente ha pasado ya algún tiempo.

En un ámbito más personal: ¿cuándo fue la última vez que oraste por las Benditas Almas del Purgatorio? Si tú eres como la mayoría de los Católicos, la respuesta será no muy recientemente.

Las almas en el purgatorio son olvidadas por los Católicos muy a menudo, y me temo que esto es muchas veces por un deseo equivocado de no parecer medievales (como si eso fuese algo malo), supersticiosos, o peor aún, ecuménicamente insensibles.

Sin importar la razón de este descuido, es la enseñanza constante de la Iglesia Católica que el purgatorio es real y que hay incontables almas ahí que necesitan de nuestras oraciones. Pero mi punto acá no es probar que el purgatorio existe o proveer una base teológica para su existencia. Más bien, es urgirnos a orar por la Iglesia sufriente.

He aquí 5 razones para orar por el alivio de nuestros hermanos y hermanas en el purgatorio.

1.- El sufrimiento es real.

El sufrimiento en el purgatorio es comparado por los santos a ser quemados con fuego chispeante. De hecho, muchos santos han dicho incluso que el sufrimiento en el purgatorio no es del todo diferente al sufrimiento en el infierno.

Una de las fuentes primarias de sufrimiento es el hecho de que la salvación ha sido obtenida, y aún uno no puede disfrutar inmediatamente de los consuelos. Este retraso del placer de alcanzar el cielo lleva a una agonía espiritual.

Santo Tomás de Aquino lo explica de la siguiente manera:

"Mientras más uno aspire a alcanzar algo, más dolorosa se vuelve la privación de esto. Y dado que después de esta vida, el deseo por unirse a Dios, el Bien Supremo, es intenso en las almas de los justos (porque este impulso hacia él no se ve obstaculizado por el peso del cuerpo, y que el tiempo de disfrutar del Bien Perfecto habría llegado) cuando no hay obstáculos; las almas sufren enormemente a causa de este retraso".

Así que las almas en el purgatorio están sufriendo en una manera muy real y muy dolorosa, una manera que no puede ser completamente comprendida. Tenemos la habilidad de ayudarlas y aliviarlas por medio de nuestras oraciones y acciones.

2.- Ellos son nuestra familia.

Muchos de nosotros tenemos parientes sanguíneos, abuelas, tías y tíos, y padres, que han muerto y que posiblemente estén en el purgatorio. Deberíamos estar orando por sus almas por el amor que les tenemos.

Pero incluso si no tenemos parientes que hayan muerto (o por lo menos que sepamos), las almas en el purgatorio son aún nuestros hermanos y hermanas espirituales.

Estamos emparentados por el bautismo de Cristo, y esta relación familiar debería llevarnos a actuar por ellos.

3.- Probablemente tú también llegarás allá.

Seamos honestos, la mayoría de nosotros no somos lo suficientemente santos para librarnos del purgatorio y la vasta mayoría de nosotros experimentará este fuego limpiador.

Si estuvieses sufriendo intensamente, ¿no te gustaría que alguien te ofreciera alivio? Sí, te gustaría. Orar por las Benditas Almas, entonces, es una manera de cumplir con la Ley de Oro que Cristo nos dio: hacer por los demás lo que nos gustaría que ellos hicieran por nosotros.

Si sientes aversión a orar por las pobres almas, entonces simplemente recuerda lo que tú querrías si estuvieses en su posición.

4.- Te traerá alegría.

Orar por las almas en el purgatorio trae sus recompensas. ¿Puedes imaginarte la alegría de conocer a hermanos y hermanas en Cristo en el Cielo un día y darte cuenta que tú les ayudaste con tu humilde oración?

"Cuando entremos al Cielo les veremos, muchos de ellos dirigiéndose a nosotros y agradeciéndonos. Nosotros les preguntaremos, quiénes son y ellos nos contestarán una pobre alma del purgatorio por la que tú oraste". (Arzobispo Fulton Sheen)

El pequeño sacrificio de tiempo que hacemos en esta vida valdrá la pena cuando veamos las caras de aquellos que se han beneficiado de nuestras oraciones.

5.- No es tan difícil.

Orar por las almas en el purgatorio es muy sencillo, tan sencillo que no tenemos excusa para no hacerlo. Una oración por las Santas Almas puede ser tan sencilla como la corta oración Requiem Aeternam:

"Otórgale Señor el descanso eterno y que brille para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén".

También podríamos agregar una breve monición a nuestra oración de bendición de los alimentos:

"Bendícenos, oh Señor, y éstos tus dones… Y que las almas de los fieles que ya han partido, por medio de la misericordia de Dios, encuentren el descanso eterno".

¿Por qué no haríamos estas sencillas oraciones diarias?

Dos maneras efectivas de orar por las almas del purgatorio son rezar la coronilla de la Divina Misericordia por ellas y recordarles durante las intenciones del Rosario.

La coronilla de la Divina Misericordia y el Rosario requieren comprometernos a dedicar aprox. 10-20 minutos. Incluso rezando estas poderosas oraciones una vez a la semana por las Benditas Almas del Purgatorio no es pedir mucho considerando el beneficio que traen a los miembros de nuestra familia espiritual.

Finalmente, uno puede ofrecer una Misa por estas pobres almas. La ofrenda que se da por una Misa no cuesta más que dos cafés. Esta ofrenda misericordiosa es placentera para Dios y apenas una carga para nosotros.

Comencemos a orar.

El purgatorio no es más que una experiencia de la ardiente y purificadora misericordia de Dios, un amor purificador que consume todos los defectos con su intensidad. Mientras puede que sea extraño para nosotros pensar en el dolor que pueden infligir el amor y la misericordia, ésta es la realidad del purgatorio.

Tenemos el poder de ayudar a nuestros amigos sufrientes y llevarles alivio. Hacer esto es un acto de misericordia y amor desinteresado.

El sacrificio que requiere de parte nuestra es mínimo y aun así su recompensa es grande. En el día de todas las almas, renovemos nuestro compromiso a orar por nuestros hermanos y hermanas que sufren en el amor purificador de Dios.

"Requiem Aeternam dona eis, Domine
Et lux perpetua luceat eis:
Requiescant in pace. Amen"


Adaptación y traducción por María Mercedes Vanegas para PildorasdeFe.net, del artículo publicado en: Catholic Gentleman, autor: Sam Guzman

¿La Virgen María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma? ¿Lo dice la Biblia?.

¿La Virgen María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma? ¿Lo dice la Biblia?.

¿San José murió? la Biblia no menciona eso sin embargo creemos que SÍ. Así es la Asunción de la Virgen María al Cielo 


La Asunción de María no se encuentra en los Evangelios pues el fin de los Evangelios es anunciar el señorío de Jesucristo y la Salvación.

Muchos hechos de la historia de la Iglesia no se encuentra en los Evangelios tales como la muerte de San Pedro y San Pablo, hechos importantísimos de la Iglesia primitiva, el mismo hecho de que Jesús se le apareció primero a Pedro no lo narra los Evangelios, sin embargo San Pablo lo da por cierto (1 Corintios 15,5)

La Asunción no está en las Escrituras, pero ella no contradice a esta, pues antes de María hay otras dos personas que subieron en cuerpo y alma a los cielos y a nadie le causa escándalo: Enoc y Elías

Elías y Enoc llevados al Cielo n cuerpo y alma
"Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Génesis 5,24) Lea también: (Eclesiástico 44,16; Hebreos 11,5; Judas 14)

"Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino." (2da Reyes 2,11)

Elías y Enoc fueron llevados al cielo en cuerpo y alma. Todas las Iglesias primitivas no católicas (Caldea, Copta, Asiria, Armenia, Ortodoxa) aceptan la Asunción de la Virgen y la celebran.

Una de las primeras fiestas de la Virgen que se celebró fue la de la Asunción, que ya en el Siglo IV se celebraba en Jerusalén y en esa época una capilla ya marcaba el lugar donde hoy se encuentra la Iglesia Griego-Armenia de la Asunción en el monte de los Olivos.

Según un Diccionario no Católico y Secular:

"La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se celebraba la fiesta de "El Recuerdo de María" que conmemoraba la entrada al cielo de la Virgen María y donde se hacía referencia a su asunción. Esta fiesta en el siglo VI fue llamada la Dormitio (χοίμŋσις) o Dormición de María, donde se celebraba la muerte, resurrección y asunción de María. El emperador bizantino Mauricio decretó que la fiesta se celebrara el 15 de agosto en todo el imperio; "conviene aclarar que sólo fijó una fecha, él no "inventó" la fiesta, ya que ésta se celebraba desde antes."

Otro testimonio que evidencia de esta celebración, es la da San Gregorio de Tours, quien en su obra "De Gloria Martityrum" señala que ésta fiesta la celebraban en Jerusalén al final del siglo VI.

Los relatos apócrifos sobre la asunción de María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. Siendo el más difundido y posiblemente uno de los más antiguos en el oriente bizantino el "Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo)".

Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, San Andrés de Creta, San Germán de Constantinopla, entre otros.

Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia Católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas."

Por lo que sabemos hay una tradición con la Iglesia Apostólica especialmente la de Jerusalén

Documentos históricos que hablan de la Asunción de la Virgen María
Transitus Mariae: cuyo núcleo originario se remonta a los siglos II y III.
Melitón de Sardes (año 180 DC): Melitón viajó a Jerusalén para informarse de la tradición eclesiástica y escribió con profusión sobre una gran variedad de temas El autor imagina que Cristo pregunta a los Apóstoles qué destino merece María, y ellos le dan esta respuesta: "Señor, elegiste a tu esclava, para que se convierta en tu morada inmaculada ...
La carta de Dionisio el Areopagita al obispo Titus (año 363 DC), el "Joannis liber de Dormitione Mariae"
San Epifanio de Salmina (año 371 DC): Coloca en la profesión de fe que María (v.) fue siempre virgen (PG 43,233). Y en una carta habla de la Dormición y Transito de María
San Juvenal, Patriarca de Jerusalem. Carta a la Emperatriz Pulquería (año 451 DC):
San Germán de Constantinopla (año 710 DC):
San Juan Damasceno (año 726 DC) Madre de la gloria (Homilía 2 en la dormición de la Virgen Marta, 2 y 14): …. Hoy el arca viva y sagrada del Dios viviente, la que llevó en su seno a su propio Artífice, descansa en el templo del Señor…. Hoy el Cielo da entrada al Paraíso espiritual del nuevo Adán, en el que se nos libra de la condena, es plantado el árbol de la vida y cubierta nuestra desnudez…. Hoy la Virgen inmaculada, que no ha conocido ninguna de las culpas terrenas, sino que se ha alimentado de los pensamientos celestiales, no ha vuelto a la tierra; como Ella era un cielo viviente, se encuentra en los tabernáculos celestiales….

(...) Si el cuerpo santo e incorruptible que Dios, en Ella, había unido a su persona, ha resucitado del sepulcro al tercer día, es justo que también su Madre fuese tomada del sepulcro y se reuniera con su Hijo. Es justo que así como Él había descendido hacia Ella, Ella fuera elevada a un tabernáculo más alto y más precioso, al mismo cielo....
Entonces: Es Dogma de fe, la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo; sobre si Nuestra Señora sufrió o no la muerte corporal, el Magisterio de la Iglesia no se ha pronunciado.

Datos históricos de la celebración de la Dormición o Asunción de María
De acuerdo a la vida de San Teodosio (m. 529) se celebraba en Palestina antes del año 500, probablemente en Agosto (Baeumer, Brevier, 185).

En Egipto y Arabia, por otra parte, se mantuvo en Enero, y dado que los monjes de las Galias adoptaron muchos usos de los monjes egipcios (Baeumer, Brevier, 163), hallamos esta fiesta en las Galias en el siglo sexto, en Enero [mediante mense undecimo (Greg. Turon., De gloria mart., I, ix)].

La Liturgia Gala la fija el 18 de Enero, bajo el título: Depositio, Assumptio, or Festivitas S. Mariae (confrontar las notas de Jean Mabillon en la Liturgia Gala, P. L., LXXII, 180). Esta costumbre permaneció en la Iglesia de las Galias hasta el momento de la introducción del Rito Romano.

En la Iglesia Griega, parece que algunos mantuvieron la fiesta en Enero, como los monjes egipcios; otros en Agosto, con aquellos de Palestina; por lo cual el Emperador Mauricio (m. 602), si es correcto el relato de "Liber Pontificalis"(II, 508), fijó la fiesta para el Imperio Griego el 15 de Agosto.

Biblia y Tradición.

La Santa Iglesia Católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la Asunción y otros, de la Tradición Apostólica.

Las tradiciones de la Iglesia se verifican siempre en relación con la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción ya sabemos que es consecuencia necesaria de la Biblia.

Las tradiciones de la Iglesia deben atenderse y respetarse, es mandato bíblico:

"Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta." (2da Tesalonicenses 2,15)

"Les alabo porque me son fieles en todo y conservan las tradiciones tal como yo se las he transmitido" (1ra Corintios 11,2)

"Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: "Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las tradiciones de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos." (Hechos 28,17)

Esto contradice la típica tesis de los hermanos separados de que la Biblia es la única fuente en los temas de Dios, tesis que no tiene fundamento bíblico alguno, mientras que la sagrada tradición sí lo tiene.

En el nuevo Testamento no se encuentra ni un sólo versículo donde se afirma que lo que dijo Jesús se encuentra solamente en los Evangelios. Muy al contrario, en San Juan 21,25 dice:

"Jesús hizo muchas otras cosas. Si se escribieran todas, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros"

Por lo tanto, todo lo dicho por Jesús no está en la Biblia. Esto es lo que la Iglesia llama Tradición, y nos ha llegado por diversas fuentes y no se reflejó en las Escrituras canónicas. Estas fuentes son Los Padres de la Iglesia y la misma historia de la Iglesia.

Dato curioso sobre la palabra Tradición
La palabra griega para definir "Tradición" es "Paradosis". En el Libro de Concordancias sobre el Nuevo Testamento Griego-Español, compilado por Jorge G. Parker y basado en la revisión de 1960 de la Reina-Valera (editado por la editora protestante "Mundo Hispano") dice en su punto 3268: que la palabra Paradosis se utiliza en los siguientes pasajes:

1 Corintios 11,2:

"Les alabo porque en todas las cosas se acuerdan de mí y conservan las Tradiciones (Paradosis) tal como se las he transmitido."

Como podemos ver, San Pablo está alabando a la comunidad de Corintios no por guardar el Evangelio, sino por guardar las "Tradiciones", lo cual se clarifica al saber que los Evangelios en esa época aun no circulaban en las comunidades cristianas y el conocimiento de JESÚS se comunicaba oralmente, o sea en forma de Tradición.

Curiosamente la versión Reina-Valera editada por la sociedad Bíblica Trinitaria y que es la más utilizada en las Iglesias no católicas. Tiene escrito ese versículo de la siguiente manera:

"Y les alabo hermanos, porque en todo se acuerdan de mí, y retienen las instrucciones tal como se las entregué."

¿Qué ocurrió aquí? ¿Por qué se ha cambiado la Palabra de Dios? La palabra griega para la palabra "instrucciones" es Paideia, entre otras, pero ésta nunca sustituye a la palabra Tradición que corresponde a "Paradosis" Como vemos, aquí se ha alterado el significado de la palabra de Dios a propósito, lo cual constituye un hecho muy grave contra el Señor y su Santa Iglesia.

En otras versiones de Biblias protestantes, la palabra Tradición es cambiada por "Doctrina", pero resulta que la palabra doctrina se dice en Griego Didescalia, didace, eterodidaskaleo, que tampoco sustituye a la palabra Tradición "Paradosis"

2 Tesalonicenses 2,15:

"Así pues hermanos manténganse firmes y conserven las Tradiciones que han recibido de nosotros."

Aquí de nuevo la versión Reina-Valera vuelve a cambiar la palabra Paradosis incurriendo en un nuevo error. "Así que, hermanos, estén firmes, y retengan la doctrina que han aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra."

San Pablo insiste continuamente en que se debe conservar todo lo recibido por él y que a su vez recibió de los Apóstoles y esto es Tradición.

Otro ejemplo de cómo se instituyó la Tradición nos lo da Pablo en la segunda carta a Timoteo

"Lo que oíste de mí y está corroborado por numerosos testigos, confíalo a hombres responsables que sean capaces de enseñar a otros." (2 Timoteo 2,2)

San Pablo enseña a Timoteo para que éste enseñe a otros. He aquí un magnífico ejemplo de Tradición. Otro ejemplo de Tradición se encuentra en la primera cara a los Corintios:

"Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido" (1 Corintios 11,23a)

En este pasaje, San Pablo nos habla de la Eucaristía, así pues el SEÑOR mismo le entrega a Pablo la Tradición, pues Pablo no habla aquí de ningún libro escrito, sino de palabra escuchada.

Algunos argumentan que San Pablo alertó contra las tradiciones, y presentan versículos tales como en (Colosenses 2,3), pero si se lee el versículo en su contexto se darán cuenta que Pablo se refiere a las Tradiciones Judaicas que eran el camino a la ley, no a la Tradición de la Iglesia la cual él recomendaba guardar.

Los Apóstoles y los primeros cristianos sólo tuvieron Tradición Apostólica en forma de predicación Evangélica, pues los Apóstoles no se dedicaron a escribir, ni tenían mandato directo del Señor de escribir nada.

Solamente muchos años después, cuando la Iglesia reconoció que la venida del Señor no era inminente, algunos Apóstoles (Mateo y Juan) van a escribir sus recuerdos del Señor, Marcos y Lucas van a escribir, uno lo que escuchó de Pedro y otro lo que investigo de testigo oculares de la vida del SEÑOR.

Los otros diez Apóstoles no escribieron nada y dejaron su legado en forma de Tradición en la Iglesia.

CONCLUSIÓN.

Queridos hermanos, recapitulando un poco sobre la Asunción de María, podemos concluir que si este misterio le ocurrió a 2 grandes profetas (Elías y Enoc) por el amor que Dios les tenía,

¿Puedes imaginarte entonces lo que Jesús ha hecho a la Virgen María por el inmenso Amor de ser su Santa Madre? Jesucristo jamás permitiría que su Santa Madre conociera la corrupción de la carne

Concluimos con unas palabras del eminente teólogo protestante Robert Brown: "Cuando miramos a la Iglesia primitiva los signos apuntan a Roma."…. A la Iglesia que es Pilar y base de Verdad." Amén

Oración a la Virgen asunta al Cielo:
Oh Virgen bendita, Inmaculada y Asunta al Cielo, que fuiste llevada al cielo en cuerpo y alma y has sido coronada como Reina de Cielos y Tierra, de los Ángeles y de los Santos, me consagro a tu Corazón Inmaculado y te pido que siempre yo pueda acudir a ti lleno de confianza y amor porque tú serás siempre llamada Bienaventurada por todas las generaciones.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

Fuentes Bibliográficas:

Frank Morera | Apologista Católico Ewtn.com
Sagradas Escrituras
Homilia.org | La Asunción de María en la Tradición de la Iglesia
Alegrate Reina del Cielo | Documentos históricos sobre la Asunción
Catecismo de la Iglesia Católica
Ministerio Siloe | Tradición vs. Escritura

Redacción: Qriswell Quero de Pérez, PildorasdeFe.net

La angustia retrasa la bendición y la FE adelanta el milagro.

La angustia retrasa la bendición y la FE adelanta el milagro.



Aprendamos de lo que nos decía San Pío de Pietrelcina: Para cualquier problema, orar, esperar y no angustiarse. Fe para alcanzar milagros 


No tiene sentido abrir el paraguas antes de que empiece a llover, la preocupación es como una silla mecedora, te mantiene en movimiento pero no te lleva a ninguna parte.

La angustia retrasa la bendición.

La preocupación, y sus sinónimos: angustia, ansiedad, es una maldición. Encima de que no soluciona nada, ni mueve colas de tránsito automotor, ni adelanta la hora de llegada de un hijo, ni soluciona ningún problema de salud, ni de economía, ni de desempleo genera otros problemas: Úlceras pépticas, gastritis, dolores de cabeza, cáncer, ACV, dermatitis.

En el libro Sirácides (Eclesiástico) de la Biblia Católica encontramos esta perla:

"No te dejes llevar por la tristeza, ni te dejes dominar por tus preocupaciones. Un corazón alegre mantiene al hombre con vida; la alegría prolonga su existencia. Vamos, Diviértete y alegra tu corazón; echa lejos de ti la tristeza, porque la tristeza perdió a muchos y no sirve para nada. La envidia y la ira acortan la vida, las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo". (Eclesiástico 30,21-24)

Ocúpate, pero no te preocupes, busca trabajo pero sin angustiarte porque no lo tengas. Jesús dice que no hay que preocuparse ni por la ropa ni por la comida, ni por el día de mañana:

"Por eso yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves? ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? Y ¿por qué se preocupan tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen. Pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como una de ellas. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen! No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimentos? o ¿qué beberemos? o ¿tendremos ropas para vestirnos? Los que no conocen a Dios se afanan por esas cosas, pero el Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas. No se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará por sí mismo. Basta con los problemas de hoy" (Mateo 6, 25-34)

"Jesús amonestó a Marta, la limpiadora compulsiva, porque ella era tan maniática de la limpieza que ni siquiera paró de limpiar cuando Cristo vino a visitarla: "Marta, Marta, tú te inquietas y te preocupas por muchas cosas" (Lucas 10,41)

La fe adelanta el milagro.

La Biblia nos relata cómo Pablo y Silas, en prisión de máxima seguridad, en la oscuridad de la media noche, ejercieron la fe y cómo debemos ejercerla nosotros en medio de las dificultades:

"Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado. Este, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior, y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo. Hacia la media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban. De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas" (Hechos 16, 24-26)

Características de la oración ejercida en medio de la dificultad:
Que sea Oración: No se trata de un "decreto" ni de "un pensamiento positivo. Se trata de una comunicación con Dios.

Que sea Oración confiada: Sin angustia.

Que sea Oración Anticipadora: No somos masoquistas. No cantamos la desgracia que vivimos sino la bendición que viene, no cantamos la oscuridad de medianoche sino la claridad que viene, Dios dará la cara por nosotros

Que sea Oración Victoriosa: Alegre. Los apóstoles no cantaron bajito, "los demás presos los escuchaban.
Aprendamos de lo que nos decía San Pío de Pietrelcina: Para cualquier problema, orar, esperar y no angustiarse (yo agrego… y hacer lo que nos toca)

Publicado originalmente en: El Blog del Padre Chulalo, autor: Padre Jesús Genaro Pérez.
Pildoras de fe.

domingo, 5 de agosto de 2018

21 cosas que hacemos cuando nos realizamos la Señal de la Cruz.

21 cosas que hacemos cuando nos realizamos la Señal de la Cruz.

Hacernos la señal de la Cruz es un gesto simple pero a la vez una profunda expresión de fe para los Católicos y Cristianos Ortodoxos 


Hacernos la Señal de la Cruz es un gesto simple pero a la vez una profunda expresión de fe tanto de los Católicos como de los Cristianos Ortodoxos.

Como católicos, es algo que hacemos cuando entramos en una iglesia, luego de recibir la comunión, antes de comer y cada vez que oramos. Pero, ¿qué es realmente lo que hacemos cuando nos santiguamos? Aquí hay 21 cosas:

1.- Orar.
Comenzamos y finalizamos nuestras oraciones con el Signo de la Cruz, tal vez no comprendiendo que el signo de la cruz es en sí mismo una oración.

Si la oración es en esencia "la elevación de nuestra mente a Dios" como lo dice San Juan Damasceno, entonces el Signo de la Cruz califica perfectamente como tal.

"No es un gesto vacío, el signo de la cruz es una potente oración que conecta al Espíritu Santo como nuestro Divino Intercesor y generador de una exitosa vida cristiana" (Bert Ghezzi)

2.- Abrirnos a la gracia.

Como un sacramental, el Signo de la Cruz nos prepara para recibir la bendición de Dios y nos dispone para cooperar con Su gracia, de acuerdo a Ghezzi.

3.- Santificar el día.

Como un acto que realizamos repetidas veces a lo largo del día, la Señal de la Cruz santifica nuestro día.

"En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz". (Tertuliano)

4.- Consagrar todo nuestro ser a Cristo.

En el movimiento de nuestras manos, desde nuestra frente a nuestro pecho y luego hacia ambos hombros, le estamos pidiendo a Dios su bendición para nuestra mente, nuestras pasiones y deseos, nuestros propios cuerpos.

En otras palabras, la Señal de la Cruz nos consagra en cuerpo y alma, mente y corazón a Cristo.

"Deja que tome todo tu ser, cuerpo, alma, mente, voluntad, pensamientos, sentimientos, tus acciones y omisiones, y sellándolos con la cruz, fortalécelo y conságralo todo con la fuerza de Cristo, en el nombre de la Divina Trinidad". (Romano Guardini, teólogo del siglo XX)

5.- Recordamos la Encarnación.

Nuestro movimiento es hacia abajo, desde nuestra frente a nuestro pecho "porque Cristo descendió de los cielos a la tierra", escribía el Papa Inocente III en sus instrucciones para hacer la Señal de la Cruz.

Sosteniendo dos dedos juntos, ya sea el pulgar con el anular o el índice, también representan las dos naturalezas (humana y divina) de Cristo.

6.- Recordamos la pasión de Nuestro Señor.

Fundamentalmente, al trazar las líneas de la cruz sobre nosotros, estamos recordando la crucifixión de Cristo.

Esta remembranza se ve profundizada si mantenemos nuestra mano derecha abierta, usando los cinco dedos para hacer la señal- correspondiente a las cinco heridas que sufrió Cristo.

7.- Afirmar la Trinidad.

Al invocar el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, estamos afirmando nuestra creencia en un Dios Trino.

Esto también se refuerza si usamos los tres dedos para hacer la señal, de acuerdo al Papa Inocente III.

8.- Enfocar nuestra oración en Dios.

Una de las tentaciones cuando oramos, es dirigirnos a Dios con nuestra concepción personal de Él- El hombre de arriba, nuestro amigo, una especie de genio cósmico, etc.

Pero cuando esto sucede, nuestras oraciones se tratan más de nosotros que de un encuentro con el Dios viviente.

La Señal de la Cruz inmediatamente nos enfoca en el Dios verdadero, de acuerdo a Ghezzi:

"Cuando invocamos la Santísima Trinidad, ponemos nuestra atención en el Dios que nos creó, no en el Dios que nosotros hemos creado. Dejamos de un lado esas imágenes y dirigimos nuestras oraciones a Dios que se ha revelado a sí mismo como: Padre, Hijo y Espíritu Santo".

9.- Afirmar la procedencia del Hijo y El Espíritu.

Al levantar primero nuestra mano a la frente recordamos que El Padre es La Primera Persona de la Trinidad.

Al bajar nuestra mano nosotros "expresamos que El Hijo procede de El Padre". Y, al finalizar con El Espíritu Santo, aseguramos que El Espíritu procede del Padre y del Hijo, como lo dice San Francisco de Sales.

10.- Confesar nuestra fe.

Al afirmar nuestra creencia en la Encarnación, crucifixión y en la Trinidad, estamos haciendo una mini confesión de fe en palabras y gestos, proclamando las verdades fundamentales de nuestro credo.

11.- Invocar el poder del nombre de Dios.

En la escritura, el nombre de Dios tiene poder. San Pablo nos dice:

"Ante al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos" (Filipenses 2,10)

Y Jesús mismo dijo:

"Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre". (Juan 14,13-14)

12.- Crucificarnos personalmente con Cristo.

Todo el que quiera seguir a Jesús debe "negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirlo" (Mateo 16,24). "He sido crucificado con Cristo", escribIió San Pablo a los Gálatas en el capítulo 2,19.

"Proclamar la Señal de la Cruz es proclamar nuestro si a la condición de discípulos de Cristo" (Ghezzi)

13.- Pedir apoyo en nuestro sufrimiento.

Al cruzar sobre nuestros hombros le pedimos a Dios "que nos dé apoyo- nos meta el hombro- en nuestro sufrimiento", escribe Ghezzi.

14.- Reafirmar nuestro bautismo.

Al usar las mismas palabras con las que hemos sido bautizados, la Señal de la Cruz es un "resumen y aceptación de nuestro bautismo" de acuerdo al Cardinal Joseph Ratzinger.

15.- Revertir la maldición.

La Señal de la Cruz recuerda el perdón de nuestros pecados y da vuelta a nuestra caída pasando "del lado izquierdo de la maldición al derecho de la bendición" de acuerdo a De Sales.

El movimiento de izquierda a derecha también significa nuestro futuro paso de la miseria del presente a la gloria futura, como Cristo ha "cruzado de la muerte a la vida y del infierno al Cielo", escribió el Papa Inocente II.

16.- Rehacernos a imagen de Cristo.

En Colosenses 3, San Pablo usa la imagen de la vestimenta para describir como nuestra naturaleza pecadora se transforma en Cristo.

Debemos tomar nuestro ser viejo y ponerlo en el ser "que está siendo renovado... a imagen de su creador", nos dice Pablo.

Los Padres de la Iglesia veían una conexión entre este verso y  el desnudar a Cristo en la cruz, "nos muestra que debemos despojarnos de nuestra vieja naturaleza en el bautismo y ponernos una nueva como participación de nuestra desnudez con Cristo en Su crucifixión", escribía Ghezzi.

Él concluye que podemos ver la Señal de la Cruz como "nuestra forma de participar en la desnudez de Cristo en la Crucifixión y ser vestidos con la gloria de Su resurrección".

Así que al hacer la Señal de la Cruz, estamos identificando radicalmente con todo el evento de la crucifixión- no solo con esas partes que podemos aceptar o que podemos procesar sin dañar nuestras sensibilidades.

17.- Marcarnos a nosotros mismos por Cristo.

En la Antigua Grecia, la palabra para señal era "sphragis", que también era una señal de propiedad, de acuerdo a Ghezzi. "Por ejemplo, un pastor marcaba sus ovejas como su propiedad con una marca que llamaban sphragis" escribe Ghezzi.

Al hacer la Señal de la Cruz, nos marcábamos como pertenencia de Cristo, nuestro verdadero Pastor.

18.- Ser soldados para Cristo.

El "sphragis" era también un término para el nombre de un general que era tatuado en sus soldados de acuerdo a Ghezzi.

Esto también es una metáfora de la vida cristiana: mientras podemos ser comparados a ovejas en el sentido que seguimos a Cristo como nuestro pastor, no debemos ser tímidos o mansos.

Más bien somos llamados a ser soldados para Cristo como lo escribe San Pablo en Efesios 6:

"Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza; tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios".

19.- Poderosa arma contra el demonio.

La Señal de la Cruz es una de las muchas armas que usamos en la batalla con el demonio. Como decía un predicador del medievo llamado Aelfric:

"Un hombre puede mover sus brazos maravillosamente sin crear ninguna bendición hasta que hace la Señal de la Cruz. Pero, si lo hace, el enemigo pronto sentirá temor a cuenta de la victoria ya reclamada".

En otra afirmación, atribuida a San Juan Crisóstomo, se dice que:

"Los demonios vuelan lejos ante la Señal de la Cruz "temiéndola como un bastón con el que están siendo abatidos". (Fuente: Enciclopedia Católica)

20.- Sellarnos con El Espíritu.

En el Nuevo Testamento, la palabra "sphragis", mencionada antes, es a veces traducida como sello, como en 2 Corintios 1,22, donde San Pablo escribe que:

"Y Dios es el que nos da fuerza, a nosotros y a ustedes, para Cristo; él nos ha ungido y nos ha marcado con su propio sello al depositar en nosotros los primeros dones del Espíritu".

Al hacer la Señal de la Cruz, estamos nuevamente sellándonos en el Espíritu, invocando Su poderosa intervención en nuestras vidas.

21.- Ser testigos para otros.

Como un gesto que a menudo hacemos en público, la Señal de la Cruz es una simple forma de testificar nuestra fe para otros.

"No nos sintamos avergonzados de confesar al Crucificado. Que la Cruz sea nuestro sello hecho con valentía por nuestros dedos en nuestra frente, y en todo; sobre el pan que comemos, en las copas que bebemos; en nuestras entradas y salidas; antes de dormir, cuando nos acostamos y cuando nos levantamos; cuando estamos en camino y cuando estamos quietos" (San Cirilo de Jerusalén)

Nota: Fuentes citadas: La Señal de la Cruz, de Bert Ghezzi y Señales de Vida, de Scott Hahn)


Adaptación y traducción por Manuel Rivas para PildorasdeFe.net, del artículo publicado en: Catholic Exchange, autor: Stephen Beale

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