miércoles, 2 de mayo de 2018

NOVENA A LA VIRGEN MARÍA AUXILIADORA.


Novena a la Virgen María Auxiliadora

Iniciar al terminar el Rezo del Santo Rosario (Del 15 de Mayo al 23 de Mayo.)

Oración inicial para todos los días:

Oh Virgen de San Juan Bosco, Auxiliadora Tiernísima de los que desean ser buenos cristianos me presento hoy a Ti con el corazón angustiado pero con el alma llena de Fe. ¡Oh Madre querida, fija tu mirada sobre mí y apiádate de mis angustias!

A ti Dulcísima Madre y Auxiliadora mía, va dirigida esta novena por medio de tu Apóstol predilecto, San Juan Bosco, en la esperanza que sirva para aumentar el número y el amor de tus devotos, queda depositada en tus plantas, ¡como tierna flor q no marchita nunca!

Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador de todo, dueño de mi vida y Redentor de mi Alma: Por ser Tu quien eres y porque te Amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido, propongo confesar con verdadero dolor y constante enmienda, para que con mi arrepentimiento merezca Tu Divina Gracia. Dame Tu Gracia para preservar en vuestro santo servicio y para después gozar Contigo eternamente en la Gloria. Amén.

PRIMER DÍA (Oración inicial)

¡María Auxilio de los Cristianos! Este título vuestro Gloriosísimo, que Don Bosco recibió oficialmente del Papa Pío IX para propagarlo en estos tiempos modernos que todo lo reducen a la utilidad, concentra en sí todos los demás. Deja que saboreándolo a mi gusto, te lo repita con Amor filial, haciéndolo resonar a tus oídos como una sinfonía Celestial.

Llamándote e invocándote como Auxiliadora, te reconozco y te Glorifico en todos los demás títulos con que la Iglesia te ha Glorificado. Lo cual anima mucho mi confianza en Ti. Oh Madre Auxiliadora mía Dulcísima. Porque siempre estás para ayudarme cuando te invoco y llamo Virgen del Carmen, Virgen de las Mercedes, Virgen del Buen Consejo, del Perpetuo Socorro, Virgen de Lourdes y cuando beso Tu Medalla Milagrosa. Auxiliadora siempre y siempre ayudando materialmente y moralmente.

Curas enfermedades, compones negocios, estableces la Paz, alivias pobreza y necesidades y salvas las situaciones más difíciles cuando las ponemos en tus manos Benditas. Y lo que más me consuela es saber que venís en nuestro auxilio corriendo, porque una Madre corre siempre en auxilio del Hijo necesitado.

¿No lo hiciste así con Santa Isabel, tu prima? Mi confianza es pues ilimitada. Pronto, muy pronto me veré socorrido y atendido por vos. ¡Oh Madre Mía! Amén. (Oración Final)

SEGUNDO DÍA (Oración inicial)

María Auxilio de los cristianos, es la sublime invocación que Don Bosco aseguraba de afecto infalible. Sobre todo en favores espirituales. Pues bien  Madre mía, yo vengo con mucha necesidad de verme libre de aquellas tentaciones que Tú conoces. Sufro angustias de espíritu muy amargas y carezco de fervor en mis prácticas de piedad. Necesito adquirir la virtud de la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la fe, la esperanza y el amor; y muchas gracias espirituales. Habiendo San Juan Bosco dado su palabra que éstas y otras gracias espirituales se obtiene grandemente con la invocación al decir: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, ¡RUEGA POR MÍ! Con viva fe, confianza y constancia repetiré a menudo esa misma invocación. Es San Juan Bosco mi consuelo porque le oigo repetir: grabad en vuestro corazón esa invocación y rezadla en los peligros, en las tentaciones y en todos los apuros y así siempre el demonio se tendrá que debilitar.

¡MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR MÍ! Será el grito de mi alma desde hoy en adelante, seguro, por las palabras de San Juan Bosco de que nunca desmentirá a San Bernardo cuando aseguró: Que jamás se ha oído decir que alguno de los que han implorado vuestros favores haya sido abandonado por Vos, Oh María Auxiliadora. Amén. (Oración Final)

TERCER DÍA (Oración inicial)

Oh Virgen Auxiliadora, mía dulcísima, Madre Cariñosa de San Juan Bosco y de todos los niños pobres y abandonados, he aquí que hoy vengo a tus pies implorando tu auxilio. ¡Te necesito tanto, tanto, tanto! Y vengo lleno de gran Confianza en la Bondad inmensa de Tu Corazón maternal. ¿No eres acaso la misma de las Bodas de Caná? Allí te veo como Auxiliadora Potentísima de los necesitados porque ni pensaban los novios en acudir a Ti! Pero Tus ojos compasivos previnieron sus suplicas y salvaste su situación sin que ellos tuvieran tiempo para darse cuenta, y se trataba de una cosa de no gran importancia: faltaba el vino, un simple apuro, pero que habría tenido que pasar un momento algo desagradable para aquellos esposos. Tu Corazón bondadoso y tierno no resistió y acudiste presurosa a sacarlos de apuros con una discreción y delicadeza incomparable. Fue necesario un milagro que Tu Divino Hijo rehusó en apariencia, para darte a Ti, Su Madre, la Gloria de obligarlo hacerlo, imponiéndose con Tu Gran Poder. Jesús te obedeció y quedaste Divinamente Consagrada como Auxiliadora en todas las necesidades de tus Hijos. Ahora, ¡con qué confianza acudiré yo a Ti Oh María en estas angustias! Grande es mi necesidad y vengo a implorar tu auxilio con las lágrimas en los ojos. Sed buena para conmigo como lo fuiste en Caná. Yo de mi parte te prometo que haré como Tú lo ordenaste en aquellas bodas. Haré mucho cuanto Tu Hijo quiera de mí, para ser un buen cristiano y así salvar mi alma. Amén. (Oración Final)

CUARTO DÍA (Oración inicial)

Aumenta mi confianza en Tu Bondad Incomparable, Oh María Auxiliadora, en esta prueba dolorosa por la cual atravieso, en penitencia de mis pecados, ven así como te veo acudir apresuradamente en auxilio de tu prima Santa Isabel.

Acababas de recibir del Arcángel la sorpresa de la maternidad de tu prima, Tu Bondad incomparable te hizo olvidar tu grandeza y dignidad que te movió a ir inmediatamente a visitarla, ayudarla, asistiéndola y atendiéndola como una humilde criada suya. No hubo motivo ni obstáculo alguno para detenerte. Sola, solita atravesaste montañas, sufriste el cansancio, el hambre y la sed. Nada pudo detenerte. ¡Tanto te importaba ir en auxilio de tu necesitada prima! Animado y lleno de confianza al ver esa Bondad tan grande, acudo a Ti, ¡Oh Virgen de los Auxilios! Para que vengas pronto en mí socorro. ¡Te necesito tanto! Solo Tú puedes ayudarme. ¿No lo harás? ¿O tendré que rogar mucho? ¿Acaso has dejado de ser la misma Madre Misericordiosa de entonces? Si tuviera que ponerte trabajos pesados y molestos para que vengas a mi socorro, me abstendría de importunarte. ¡Pero No! Desde el trono de Tu Gloria, sin moverte siquiera, acuérdate de mí. Dirígeme una mirada compasiva y todo lo que pido, todos los bienes habrán venido a mi alma, a mi casa y a mi familia.

Intercede por mí querido San Juan Bosco. Oh María Auxiliadora, por haberte glorificado tanto en su vida, por él espero confiadamente que obtendré lo que necesito y mucho más todavía. Amén. (Oración Final)

QUINTO DÍA (Oración inicial)

Tus bendiciones, Oh Dulcísima Virgen Auxiliadora, son aseguradas por la Iglesia Católica nuestra Madre. Bajo este título impartes tu bendición que ha sido una invención amorosa de tu apóstol predilecto, San Juan Bosco. El cual la solía impartir con gran eficacia a los enfermos, a los atribulados, a los que iban a emprender algún negocio o viaje de importancia, obteniendo por ella, los que tenían la dicha de recibirla: verdaderos prodigios.

Por ella el Sacerdote nos pone oficialmente bajo tu amparo, avalora nuestras plegarias y suplica que nos libres de los peligros. Y después de ensalzar tu grandeza, Oh Madre mía, acaba con invocar tu intercesión para que nos veamos libres de los males, sobre todo de la muerte eterna. Todo lo cual es de gran consuelo para mí, por tener en ello una prenda segura de ser atendido por Ti cuando acudo a implorar tu bendición para algún apuro en que me hallare. Ahora mismo aquí me tienes Oh Virgen de San Juan Bosco, acosado por la necesidad, postrado a tus pies, para que me bendigas y me salves del mal que me hace sufrir. Bendíceme desde el Cielo, Oh Madre, haced que vuelva la dicha a mi corazón atribulado, pueda pregonar Tu gran Poder y Bondad a los que sufren en este valle de lágrimas. Amén. (Oración Final)

SEXTO DÍA (Oración inicial)

Oh María Auxiliadora, Hija Predilecta del Eterno Padre, tú fuiste constituida por el mismo Dios como Auxilio Poderoso de los cristianos en toda necesidad pública o privada. Tu apóstol San Juan Bosco nos enseñó a recurrir a ti en todos los apuros de la vida. Y Tú que habéis sido Auxiliadora del Padre Celestial en la obra admirable de la Encarnación, te prestaste muy fácilmente para auxiliarnos a nosotros cuando acudimos a Ti, por tanto, a Ti recurren los enfermos en sus achaques, los pobres en sus estrecheces, los atribulados en sus angustias, el soldado en las batallas, el navegante en las borrascas, el huérfano en su desamparo, la viuda en su soledad, el moribundo en los sobresaltos de la agonía. ¡Y todos reciben de Ti: Auxilio y fortaleza! Recibe pues benignamente mis súplicas, Oh Madre piadosísima y ampárame con tu Poderoso Manto Maternal. Asísteme siempre con cariño en todos los peligros. Líbrame de todos los males, especialmente del único verdadero mal: el pecado. Penetradme todos los bienes que he de necesitar en la vida y en la muerte. Amén. (Oración Final)

SÉPTIMO DÍA (Oración inicial)

¡Oh María Auxiliadora!, Madre Augusta del Divino Salvador, que tuvo necesidad de tus auxilios en su obra Redentora del género humano, valiosísimo es Tu Poder en pro de los cristianos. Por ti se vencen todas las herejías y en las batallas sale Triunfante la Iglesia. Sobrada razón tuvo pues nuestro San Juan Bosco en presentarte como defensora incomparable de la Iglesia en estos tiempos aciagos que, los enemigos declarándole la guerra sin cuartel, juraron su exterminio, pero Tú desbarataste sus diabólicos planes, así como en otras luchas, la Iglesia te aclamará una vez más su providencia Auxiliadora.

¡Oh avívese más y más mi confianza en Ti! ¡Oh María! a fin de que en todo aprieto, experimente que verdaderamente eres el socorro del indigente: en defensa del perseguido, el consuelo de los que sufren, el refugio de los pecadores y la perseverancia de los justos. Amén. (Oración Final)

OCTAVO DÍA (Oración inicial)

¡Oh María Auxiliadora! Esposa Amabilísima del Espíritu Santo, que ayudaste a los Apóstoles en su ardua misión, sosteniendo a los mártires en su tormento, iluminando a los doctores en la lucha contra las herejías, guiando a los misioneros entre los infieles, y, separando del mundo, del demonio y de la carne a las vírgenes, ¡he aquí que vengo a implorar Tu socorro por mi pobre alma que temo tanto perderla! San Juan Bosco solía decir: Ayúdame a salvar tu alma, me ha de presentar y encomendar a Ti para que prestes toda ayuda en la Santa Iglesia. Líbrame del pecado y de las asechanzas de mis enemigos espirituales y temporales. He pecado mucho en mi vida pasada y he merecido los castigos de la justicia de Dios. ¡Líbrame, Oh Madre, de la pena que debo por ellos y que no vuelva a cometerlos de nuevo! Hazme sentir en todo momento los efectos de Tu Amor y de Tu Poder. Amén. (Oración Final)

NOVENO DÍA (Oración inicial)

Miles de devotos tuyos, Oh María Auxiliadora, acudieron a Ti en enfermedades, angustias, tribulaciones, apuros y peligros más graves que los peligros más graves que los míos y los habéis benignamente atendido y ayudado. Por la devoción que profesó San Juan Bosco, por su valiosa intercesión delante de Ti, Oh María Auxiliadora del Pueblo Cristiano, desde el trono de Tu Trono de Tu Gloria en el Cielo, dirígeme una mirada cariñosa a mi alma que padece y lucha con dificultades y tristezas grandes.

Muévete a piedad mis lágrimas y oraciones, muévete a las promesas que hago de amar a Jesús y a Ti Madre Mía. Tú que has enjuagado tanta lágrimas enjuaga también las mías. Oh Poderosa Auxiliadora de los cristianos. No te olvides que al pie de la Cruz fuiste constituida Madre Nuestra para ayudarnos en nuestros apuros materiales y espirituales. Ayúdanos a sobrellevarlo todo, siguiendo con amor a Jesús con su Cruz a cuestas por el camino del Calvario, el único que nos lleva a la Gloria, en la que podré cantar Tus Alabanzas, Oh Madre Mía, por toda la eternidad. Amén. (Oración Final)

Oración Final

¡Oh Virgen Gloriosa de San Juan Bosco! Presta atención maternal a mis súplicas y dame tu mano llena de gracias, para que pueda una vez más experimentar cuán grande es Tu Bondad Maternal.

Inmenso es Tu Poder de Reina, que Dios te ha dado para auxilio perpetuo y seguro de los desterrados hijos de Eva, que acuden a Ti en demanda de auxilio. Y Así como favoreciste siempre de un modo tan admirable a tu querido San Juan Bosco, ten piedad de mí que acudo a Ti. Llevado de la mano de este tu hijo y apóstol predilecto, a quien he escogido por abogado mío, confío que seré atendido favorablemente por Ti. ¡Oh Dulcísima Virgen Auxiliadora! De este modo tu Apóstol continuará glorificándote y Tú corresponderás una vez más al amor filial con que él tanto te glorificó en la tierra. De mi parte te presentaré mi alma purificada por una buena confesión y santificada con una fervorosa comunión cada vez que me presente a la Eucaristía, como lo exigía siempre nuestro San Juan Bosco, cuya intercesión para Contigo comprometeré en mi favor: ayudar la educación de los niños y jóvenes pobres y huerfanitos, los que Tu tanto quieres que nosotros ayudemos para ayudarnos a nosotros.

¡SEA ALABADO Y ADORADO EN TODO MOMENTO EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR! ¡SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO!

Invocación a María:

Bendíceme Oh María Auxiliadora, que tu Bendición Santísima permanezca en mí noche y día, en la alegría y en la tristeza,
en el trabajo y en el descanso,
en la salud y en la enfermedad,
en la vida y en la muerte y durante la eternidad.
¡Oh bendición de María Auxiliadora!
Dichoso quien te la pide, recibe y guarda,
y después de obtenerla aquí en la tierra
La lleve en su último suspiro
Como prenda de vida eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Nuestro auxilio está en el nombre del Señor
Que hizo cielo y tierra! Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Oh María, Virgen Poderosa, Grande e ilustre defensora de la Iglesia, singular Auxilio de los Cristianos, Terrible como un Ejército ordenado en batalla, Tú sola has Triunfado en todas las herejías del mundo! ¡Oh Madre, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo, y en la hora de nuestra muerte, llévanos al Cielo. Amén.

3 veces: ¡María Auxilio de los Cristianos!  Todos: Rogad por nosotros.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

NUESTRA SEÑORA BAJO EL TITULO DE VIRGEN MARÍA AUXILIADORA

Festividad: 24 de Mayo

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora.

(Teotocos y Boetéia).

El PAPA Pío VII y Napoleón

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado: Napoleón cayó en una batalla, fue expulsado de su país y se vio obligado a guardar prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su Sede Pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la Madre de Dios.

San Juan Bosco:  El Santo de los niños y jóvenes pobres y huérfanos





El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

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